Arraigados y
cimentados en amor
“para que
habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y
cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos
cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda
la plenitud de Dios.” Efesios 3:17-19
Dios es
amor, así que, todo aquel que ama es nacido de Dios; y todo aquel que conoce a
Dios debe amar como Él nos ama. (1 Juan 4:7-8, 11). Como muestra de su amor,
Dios envió a su Hijo al mundo como sacrificio por nuestros pecados y para
darnos vida juntamente con Jesús (Efesios 2:4-5).
Con Cristo
habitando en nuestro corazón estamos arraigados y fundamentados en amor;
entonces, seremos capaces de comprender juntamente con nuestros hermanos cuán
alto, ancho y profundo es su amor, y así mismo ser llenos de toda la plenitud
de Dios.
Es decir
que, nos llenamos de la plenitud de Dios cuando nos amamos unos a otros; “Nadie
ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros,
y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” (1 Juan 4:12).
Para poner
en práctica este amor verdadero de Dios debemos ser pacientes, bondadosos,
perdonarnos unos a otros, ser misericordiosos, no enojarnos fácilmente, no
mentirnos entre hermanos, no guardar amarguras, enojos o iras; dejar todo
orgullo, jactancia y malicia, así como obrar en todo tiempo en toda bondad,
justicia y verdad. (1 Corintios 13:4-7).
Estamos
llamados a edificarnos en amor los unos a los otros en la verdad de Dios, según
el don que nos ha sido dado por nuestro Padre. La idea es que nos ayudemos
mutuamente y que crezcamos juntos en todo, en aquel que es nuestra cabeza, es
decir, Cristo; a esto estamos llamados, hermanos, “hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a
la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;” (Efesios 4:13). Oración.
«Padre
Santo, conforme a las riquezas de tu gloria, te pedimos nos fortalezcas en
nuestro hombre interior por tu Espíritu, para que así nos mantengamos
arraigados y fundamentados en tu amor, amándonos unos a otros como Cristo nos
amó y se entregó a sí mismo por nosotros; que tu amor que excede a todo
conocimiento sea enseñado a través de la vida de cada miembro de tu iglesia, en
el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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