¡Cuán
preciosa es, oh Cristo, tu misericordia!
“Porque esto
me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé
pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te
reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se
apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo
Jehová, el que tiene misericordia de ti”. Isaías 54:9-10
Estos versos
nos muestran el pacto de amor eterno de Dios con nosotros, el cual estableció
hace miles de años cuando dijo que ninguna carne volvería a ser exterminada con
un diluvio. Este pacto se basa en la eterna compasión del Señor, que nos
expresa también en Jeremías 31:3 “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho
tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi
misericordia”. Su pacto de paz no lo quebrantará porque se cumplió en
Jesucristo.
Dios es
grande en misericordia y tardo para airarse, su fidelidad alcanza las alturas
como dice el Salmo 36:5 “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu
fidelidad alcanza hasta las nubes”. Él nos recuerda constantemente su consuelo
y amor, porque un día se reunirá eternamente con nosotros para que disfrutemos
de su eterna bondad; por eso, no debemos desesperarnos bajo las aflicciones ni
perder la esperanza. Los montes serán estremecidos y se removerán, pero las
promesas de Dios nunca serán quebrantadas por ningún suceso, por lo tanto, no
debemos temer, confiemos en lo que dice el Salmo 46:1-2 “Dios es nuestro amparo
y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no
temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón
del mar”.
La
misericordia de Dios hace que disfrutemos en abundancia de su justicia, bondad,
refugio, bendición, vida y luz como dice el Salmo 36:7-9 “Cuán preciosa, oh
Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la
sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú
los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de
la vida; En tu luz veremos la luz”.
Animémonos a
seguir adelante de la mano de nuestro Dios justo que cumplirá sus promesas.
Entonces, cuando Jesús regrese, que no nos encuentre débiles en la fe. Recordemos
lo que dijo en Lucas 18:8 “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando
venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Oración.
«Señor
Jesús, anímame hasta que Tú regreses, a pesar de los acontecimientos que están
haciendo temblar a este globo terráqueo. Tú sabes todo lo que tengo que
enfrentar mientras tránsito en este mundo; rodéame de tu misericordia y ayúdame
a confiar en tu fidelidad que es nueva cada día. Por eso me quiero amparar bajo
la sombra de tus alas, saciarme de la grosura de tu casa y abrevar del torrente
de tus delicias, porque contigo está el manantial de la vida. Que sean tu
justicia y tu misericordia para siempre en mí, Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario