Tesoros en el cielo
“No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde
ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla
ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21
¿Trabajamos
hasta el cansancio todos los días por cosas temporales y materiales? o
¿invertimos nuestro tiempo en las obras duraderas y celestiales?
El corazón
en la Biblia se describe como una parte inmaterial que posee sentimientos,
pensamientos y voluntad; entonces, cuando el Señor Jesús dice que donde esté
nuestro tesoro allí estará nuestro corazón, significa que toda nuestra
atención, emociones y decisiones girarán en torno a esas cosas.
Los tesoros
en la tierra son todas aquellas cosas materiales y perecederas como el dinero,
autos, viviendas, vestidos, joyas, electrodomésticos, dispositivos tecnológicos
y demás. Muchas de ellas necesarias para nuestro sustento diario y el adecuado
desarrollo de nuestras actividades; pero el error está en poner nuestro corazón
en ellas o en levantarnos con el único propósito de obtenerlas, que nuestro
estado de ánimo o estabilidad emocional dependan de ellas y que nuestras
decisiones sean exclusivamente por y para estas; de cierta manera es hacernos
esclavos de cosas o tesoros que no tienen ningún valor duradero o eterno.
El
mandamiento es que hagamos tesoros en el cielo donde no se desgastan o dañan
con el tiempo y donde no pueden ser hurtados por ladrones. Para acumular dichos
tesoros es necesario trabajar en los intereses del Rey Celestial que es quien
recompensa a los que le buscan y le obedecen; su propósito es que hagamos
discípulos por todo el mundo, que seamos ministros de reconciliación, que
llevemos las buenas nuevas de salvación a toda persona, y algo bien importante
es que a través de nuestra vida reflejemos el carácter compasivo,
misericordioso, tierno y humilde de Cristo; que las demás personas conozcan a
Jesús por medio de nuestra mirada, nuestras palabras, actos, silencios y hasta
sufrimientos; que nuestra vida sea un fiel y vivo testimonio del gran amor de
Dios.
Pregúntate
hoy y reflexiona dónde está tu corazón, examina si tu tesoro es duradero o tan
solo pasajero. No es tarde para pedirle a Dios que transforme tu vida y te
permita, por su gracia, hacer tesoros en el cielo. Oración.
«Padre,
gracias por Cristo, tu Hijo amado, que me ha dado libertad y vida eterna;
anhelo vivir con mi mirada puesta en Él, trabajando por su propósito y de
acuerdo con su voluntad. Permite que mis pensamientos estén alineados a los
tuyos para descubrir la gran importancia y valor que es ocuparse en lo
celestial; dame la gracia de fijarme en las cosas de arriba y no en las
terrenales, por Cristo Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
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