La
obediencia trae bendición
“Y fueron
también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la
madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo,
mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo
que os dijere”. Juan 2:2-5
“¿Estás en
problemas? Haz todo lo que Él te diga”. Este sabio consejo de María está
vigente para nosotros. Si somos obedientes a su Palabra seremos bendecidos y
veremos manifestaciones del poder de Dios en nuestras vidas. Como Jesús lo dijo
en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me
ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré
a él”.
Obedecer a
Dios es el compromiso de alinear nuestra vida con la voluntad de Dios. La
obediencia se pone en evidencia cuando estamos pasando por dificultades y
tomamos la determinación de hacer las cosas como Dios nos pide en su Palabra y
no como nosotros pensamos, pues muchas veces va en contra de nuestra lógica humana,
como amar a nuestros enemigos, o colocar la otra mejilla cuando nos agravian, o
bendecir en lugar de maldecir, o dar gracias en todo, sea bueno o malo, o a no
vengarnos nosotros sino dejarle nuestro asunto a Dios, que es nuestro Juez,
etc.
María tenía
una gran fe en aquel que es el Hijo de Dios y que había sido concebido sin
pecado, tenía su confianza puesta en aquel hijo que cargó en su vientre y en su
divino poder que todavía no se había manifestado, pues este sería el primer
milagro que realizaría ya que apenas estaba empezando su ministerio. Esta
sencilla y directa instrucción de María es la que debemos decirles a otras
personas cuando no saben qué hacer frente a las situaciones de la vida: “haced
todo lo que Él os dijere”.
María era
una mujer que confiaba enteramente en la Palabra de Dios, pues en su
experiencia había aceptado sin condiciones lo que Dios le había pedido, aun
sabiendo el riesgo que correría al concebir un hijo fuera del matrimonio, pero
ella dijo sin vacilación: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme
a tu palabra”. (Lucas 1:38)
La
obediencia empieza con actos de fe tan sencillos como buscar cada día la
comunión con nuestro Padre, orar con una intención sincera, estudiar su
Palabra, compartir el evangelio a los que nos rodean, etc. Esta fe sencilla con
el tiempo puede transformarse en una fe dinámica que manifieste el poder de
Dios a otros, cuando surjan los grandes desafíos, porque nos hará crecer en
amor, gracia, fortaleza y conocimiento, para que otras personas sean bendecidas
por Dios a través de nosotros.
Nuestra
obediencia es la mejor ofrenda de amor que podemos darle a nuestro amado Señor.
Entonces, cuando se nos dice que hagamos lo que Jesús nos dice, ¿estaremos
dispuestos a obedecer sin reparos? Oración
inicial
«Amado Señor
Jesús, gracias por tu Palabra Viva, que me da fe para guiar mi vida. Quiero
obedecerte y hacer siempre tu voluntad, así como a esas tinajas de barro,
lléname con tu Espíritu Santo para que puedas transformarme en la persona que
tú quieres, así como transformaste el agua en vino. Enséñame cada día a confiar
en ti y a hacer todo lo que tú me digas. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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