Diezmos
“Traed todos
los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto,
dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.” Malaquías 3:10
El diezmo
más que una ley, es un principio con el cual honramos a Dios y ayudamos para su
obra.
Un corazón
agradecido y lleno de la gracia de Dios, es la fuente para dar con generosidad
y alegría.
Nuestro
diezmo lo conforman varios factores; cuando el Señor Jesús habló con los
escribas y fariseos de la época, les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y
dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto
era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.” (Mateo 23:23). Enseñándonos
que el diezmo no son solamente los frutos de la tierra, el ganado o cualquier
otra fuente de ingresos y provisión; además de esto es también importante que
seamos misericordiosos con los demás, que actuemos con rectitud en toda
situación y hacerlo siempre por fe y para fe.
La Palabra
de Dios nos enseña que el dinero o recursos recolectados en la iglesia, como
dice el versículo de hoy, es para que haya provisión en la casa de Dios, es
decir, tener lo necesario para compartir con los más necesitados, y también
para el sostenimiento de las personas que Dios ha llamado a pastorear sus
ovejas y a ser ministros del evangelio, fue la orden de nuestro Señor Jesús que
los que anuncian el evangelio vivan de él (1 Corintios 9:13-14).
La
recompensa de Dios para este principio es desbordada, Él promete que abrirá las
ventanas de los cielos y derramará su bendición hasta que abunde e incluso nos
sobre. Con el propósito de nosotros también abundar en toda buena obra (2
Corintios 9:8,11).
El que
siembra escasamente, escasamente recogerá; y el que siembra generosamente,
generosamente también recogerá (2 Corintios 9:6). Lo ideal es que este acto lo
realicemos con buena voluntad, con alegría y generosidad, no por exigencia, ni
con tristeza o por necesidad; debe ser producto de nuestra fe, de confiar en
que Dios es poderoso y fiel para proveer y multiplicar nuestro sustento y
aumentar los frutos de nuestro correcto actuar (2 Corintios 9:10). Recordemos
que Dios ama al dador alegre. Oración
inicial
«Dios
proveedor, en ti está mi esperanza y mi provisión. Mi corazón confía en el Dios
que da semilla al que siembra y pan al que come; eres fiel y justo, Señor.
Padre amado, te pido derrames sobre mí toda gracia, para tener en todas las
cosas todo lo suficiente y así dar con generosidad y alegría. Gracias por tu
bendición constante y sobreabundante, en Cristo Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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