Volver al
Padre
“Porque este
mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron
a regocijarse”. Lucas 15:24
“El entonces
le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Lucas
15:31
En estos
versículos vemos a dos hijos que no son muy diferentes, cada uno a su manera
está distante de su padre. Uno que teniéndolo todo a su lado, decide reclamar
su herencia, irse lejos, vivir bajo su criterio y sus propios recursos, hasta
que los malgasta y llega a su ruina. Otro que siempre estando con el padre, con
todo a su disposición, no disfruta de nada, es ingrato, celoso y amargado por
lo que su padre le da a su hermano.
Algunos
cristianos somos así, tenemos todo con nuestro Padre celestial, pero no
queremos vivir bajo su amparo, gozando de todas las riquezas espirituales que
nos da, sino que queremos ser independientes, haciendo lo contrario a su
voluntad, viviendo en nuestra carne y en nuestros pensamientos.
Otros,
quizás estamos de alguna manera con Dios, sirviendo de pronto en la iglesia,
con todos los recursos espirituales a nuestro alcance, pero por estar viendo
las fallas de otros o las bendiciones que Dios les da, no disfrutamos de lo que
ya tenemos. No estamos viviendo en la plenitud de Cristo, deleitándonos en su
Presencia, sino que estamos tan ocupados, en tantas cosas, que hemos dejado la
prioridad de estar con Dios, hemos cambiado la comunión por el activismo, el
legalismo y la religiosidad, esto nos hace perder nuestra identidad espiritual
como hijos de Dios y nos lleva a vivir como mendigos.
En ambos
casos debemos hacer un alto para volver verdaderamente a nuestro fiel Padre,
que nunca cambia, que siempre está dispuesto y con sus brazos abiertos para
recibirnos, amarnos, restaurarnos y vestirnos con las mejores galas. Para eso,
debemos reconocer nuestro pecado por nuestras vidas desperdiciadas, siendo
honestos al aceptar nuestros pecados que nos han impedido disfrutar de la
comunión con Dios, recordar nuestra identidad en Cristo y en agradecimiento por
todo lo que poseemos en Él. Oración.
«Padre
amado, perdóname si me he alejado de ti, si por querer vivir a mi antojo no me
he cubierto bajo tu amparo y cuidado, o si aun estando contigo otras cosas han
ocupado tu lugar y no me he deleitado en tu presencia, ni gozado de la plenitud
en Cristo. Enséñame a ser agradecido y a disfrutar de todo lo que poseo en ti,
esa identidad que me hace hijo y coheredero juntamente con Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último
de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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