Reavivados
por tu Palabra
“Él
respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”. Mateo 4:4
“Panal de
miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos”.
Proverbios 16:24
Esta
declaración de Jesús es también nuestra necesidad diaria, porque para vivir
necesitamos ser reavivados por su Palabra. Necesitamos alimentarnos de ella
para que el Señor abra tanto nuestra mente como nuestro corazón y así percibir
su mensaje a fin de aplicarlo a nuestra vida. Tenemos que llegar a entender que
no es lo que yo opine de mí mismo, mis motivaciones e intenciones, lo que me
hacen grato delante de Dios, sino lo que Dios dice en sus mandamientos.
En el Salmo
119:103 dice: “¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi
boca”. La Palabra de Dios es más dulce que la miel, es la Palabra del Dios
amor, que creó todas las cosas, que restaura, que nos cambia de adentro hacia
afuera, que nos hace ver las cosas diferentes y nos empodera.
Y hoy se nos
hace una advertencia sobre la manera cómo debemos hablar, porque las palabras
amables se comparan aquí con la dulzura de la miel y son las que suavizan el
alma y sanan el cuerpo. Lo que nos decimos a nosotros mismos o a otras personas
puede producir este efecto; si son palabras guiadas por Dios, pueden edificar y
tienen el potencial para hacer el bien, no solo al alma, sino al cuerpo de una
persona. ¿Pero qué tal que por nuestras palabras otros estén abatidos
emocionalmente o enfermos en su cuerpo?
En
Colosenses 4:6 dice: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal,
para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. Nos enseña cómo debemos
responder a otros. Podemos traer vida o muerte como dice Proverbios 18: 21 “La
muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus
frutos”. Podemos edificar o destruir, traer alegría o añadir tristeza; por eso,
es una gran responsabilidad cristiana aprender a hablar a nuestro prójimo, con
la Sabiduría de Dios.
Unas
palabras llenas de amargura no sólo contaminan el ambiente, sino que
obstaculizan la gracia de Dios sobre nuestra vida y la de otros. Como dice
Hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de
Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados”.
Hoy hagamos
el compromiso de hablar con consideración y respeto, dándole valor a los demás,
especialmente a los que viven con nosotros, que quizás por conocerlos, nos
dirigimos a ellos sin compasión. Pidamos al Señor que nos guarde de pecar con
nuestra boca. Oración.
«Amado Dios,
que los dichos de mi boca sean gratos delante de ti. No quiero ser descuidado
al hablar, porque sin querer, puedo lastimar a otras personas, al hacerlo sin
pensar, o llevado por el enojo, puedo responder mal y quebrar relaciones, crear
conflictos, causar divisiones y ofender a mi prójimo. Dame tu Sabiduría y tu Palabra,
para poder tratar a otros como tú lo harías Señor, con bondad y gentileza. En
Cristo Jesús. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario