Llamamiento
de un Libertador. Parte 1
“Y vino el
ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era
de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar,
para esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le
dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió:
Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo
esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado,
diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y
nos ha entregado en mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con
esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío
yo?”. Jueces 6:11-14
Gedeón fue
un hombre escogido por Dios en un momento de mucha oscuridad en el pueblo de
Israel. Su fe no era fuerte, le costaba trabajo entender lo que Dios había
hecho con sus padres en Egipto y no tenía mucha seguridad de la Presencia de
Dios al ver la aflicción de su pueblo. Pero el ángel se le aparece y responde a
sus objeciones y le dice que es el libertador que el Señor ha llamado para
librar a Israel de la opresión madianita. Lo califica de valiente y esforzado.
Y aunque el ángel le promete acompañarlo en la batalla, pide señales para
confirmar su fe y el Señor se las da para afirmarlo.
Gedeón
mostró algunos rasgos de un líder humilde y consagrado, como dependencia
continua de Dios, disposición a convertir su fe en acción, aprovechó los dones
dados por Dios para dirigir a otros, reconoció el crédito de otros por lo que
hicieron, no hizo nada sin la guía divina y le dio la gloria a Dios antes que a
él en la victoria que obtuvo.
El llamado
de Gedeón tiene un paralelo con el de Moisés, en ambos relatos el pueblo se
encuentra en opresión y clamor, ambos tienen una aparición sobrenatural donde
Dios se manifiesta diciéndoles: “Yo te envío”, los futuros libertadores no se
sienten capaces de cumplir con la misión que se les ha encomendado, los dos
dijeron: ¿Quién soy yo para salvar a Israel? Y hay una promesa del
acompañamiento divino: “Yo estaré contigo”. Tendrían señales y milagros que
mostrarían el poder de Dios para que los pueblos enemigos le temieran.
Ahora
nosotros, somos llamados igualmente a ser libertadores de este mundo oprimido y
frente a ese desafío no tenemos que pedir señales, sino, pedirle al Espíritu
Santo, que habita en nuestro corazón, que confirme la Palabra de Dios con la
cual hemos sido llamados.
En Marcos
16:15-18 el Señor nos dice: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el
que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán”.
Y también
nos asegura que estará con nosotros en Mateo 28:20 “enseñándoles que guarden
todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo. Amén”.
Dispongamonos
para que el Señor haga lo que Él quiere, a través de nosotros. Oración inicial
«Amado
Señor, gracias por tener misericordia de mí, quizás no soy el más apto para
recibir tu llamado, pero me has escogido para llevar libertad a los cautivos
por el pecado, a los que están oprimidos y en necesidad. Sé que has prometido
estar a mi lado y me has dado tu Espíritu quien me capacita, para llevar a cabo
la Gran Comisión, por eso, Señor, te ruego dame un corazón humilde y lleno de
amor para hacerlo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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