¿Quién podrá
entender sus propios errores?
“¿Quién
podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva
también a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí” Salmo
19:12-13
“Pues si
nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe
todas las cosas. Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos
en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque
guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de
él”. 1 Juan 3:20-22
El Salmista
se hace una pregunta que nosotros regularmente deberíamos hacernos: ¿Cómo
podemos conocer todos los pecados escondidos en nuestro corazón? Hay que sacar
tiempo delante de Dios para examinar nuestro interior y pedir perdón si
encontramos que hay cosas, de las cuales, no somos conscientes y que se están
interponiendo en nuestra comunión con Dios.
Todos
deseamos ser perdonados y limpiados de nuestros pecados, más cuando sabemos que
los hemos cometido a sabiendas. Aquí David nos dice que no siempre podemos
estar seguros de que hemos hecho algo malo, habla de esas faltas ocultas o
pecados secretos que todavía pueden tener dominio sobre nosotros y que no
agradan a Dios, por eso, cuando nos confesamos delante de Él, debemos pedir
perdón por los pecados de omisión.
La Palabra
escrita es la revelación de Dios y usada por el Espíritu Santo puede mostrarnos
si hemos fallado y llevarnos a orar en el trono de gracia, para limpiarnos y
mantener una vida de comunión constante. Es bueno disponer nuestro corazón, para
aceptar también exhortaciones y correcciones de las fallas, que otros han visto
en nosotros, que no nos damos cuenta y nos han llevado a pecar sin intención,
porque a menudo los cristianos nos volvemos ciegos ante nuestras propias
flaquezas, por eso, nuestra oración debe ser la del salmista: “Líbrame de los
que me son ocultos”.
Nuestra
actitud debe ser humilde, reconociendo que no somos perfectos y no llenarnos de
arrogancia, porque el deseo de todo creyente es agradar a Dios. Permitamos al
Señor que todos nuestros pensamientos, palabras y actos pasen por el filtro del
perdón para no hallarnos pecando. Acerquémonos con confianza a nuestro Redentor
y admitamos que necesitamos depender de Él en cada aspecto de nuestra vida.
El perdón de
Dios es total y completo, aun cuando se trate de pecados inconscientes. Oración
«Señor,
vengo delante de ti a rendir mi corazón y a pedirte que lo escudriñes, líbrame
de pecar intencionalmente y que mis pecados me controlen, pero también límpiame
de esas actitudes, palabras y acciones que no te agradan y de las cuales no me
percato, con las que te he ofendido a ti y a otros. Muéstrame cualquier pecado
en mi vida que estoy pasando por alto. Mira mi corazón arrepentido y contrito y
vuélveme el gozo de tu salvación. En Cristo Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último
de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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