Llorad por
vosotros mismos
“Y le seguía
gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por
él. Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis
por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí
vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no
concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los
montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol
verde hacen estas cosas, ¿en el seco qué no se hará?” Lucas 23:27-31
“Por eso
pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y
lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a
Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y
grande en misericordia, y que se duele del castigo”. Joel 2:12-13
Cuando Jesús
se dirigía a la cruz, les habló a las mujeres que estaban llorando por Él, les
dijo que vendría un día donde sería mejor no traer hijos al mundo, refiriéndose
a la época de la Tribulación y les pidió que no lloraran por Él sino por ellas
mismas y por sus hijos. La pregunta es: ¿por qué les pidió eso?
Recordemos
que ese día, una gran multitud de personas seguían a Jesús hasta el calvario:
los sacerdotes y fariseos que lo aborrecían y querían su muerte, los soldados
romanos endurecidos por tantas ejecuciones similares, la multitud que sobornada
por los religiosos pedía su crucifixión y entre todos, las mujeres que estaban
presenciando su agonía, cómo había sido desfigurado por las bofetadas, la
corona de espinas y los crueles latigazos que le dieron. Cumpliéndose lo que
dice Isaías 52:14 “Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue
desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos
de los hombres”.
Jesús les
dijo eso, porque ese tipo de dolor y tristeza no conduce a una verdadera
conversión, sentir pena por el sufrimiento de Cristo no es tan importante como
llorar por nuestros pecados que hicieron que Él sufriera y muriera en la cruz.
2 corintios 7:10 nos dice: “Porque la tristeza que es según Dios produce
arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la
tristeza del mundo produce muerte”.
La tristeza
que ellas tenían era la del mundo y eso sólo es una emoción que no lleva al
arrepentimiento, las verdaderas lágrimas son las que se producen por el dolor
de nuestros pecados, que nos lleva al quebranto interior cuando tenemos
conciencia de que le hemos fallado a Dios. Por eso, no tengamos lástima de
Cristo, pues con amor y con gozo sufrió la cruz para salvarnos, lloremos por
nosotros mismos, por nuestra nación, nuestra familia, nuestros hijos, nuestros
amigos, porque estamos viviendo tiempos de oscuridad, de pecado, porque no
hemos pensado en la salvación del alma por estar embebidos en los placeres de
este mundo, porque hemos tomado todo tan a la ligera que nos olvidamos que la
paga del pecado es la muerte eterna.
Lloremos por
nosotros mismos que quizás habiendo conocido al Señor, nos hemos apartado
teniendo por inmunda la sangre del pacto, como dice Hebreos 10:29 “¿Cuánto
mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere
por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta
al Espíritu de gracia?”
Jesús se
refiere a sí mismo cuando dice: “Porque si en el árbol verde hacen estas cosas,
¿en el seco qué no se hará?” Si a Él, siendo perfecto e inocente, lo trataron
así, ¿qué pasará entonces con los que sí son culpables? Es tiempo de reconocer
el sacrificio de Cristo, sentir un verdadero arrepentimiento por nuestros pecados
con ayuno, lloro y lamento, para empezar a caminar en santidad y en la vida que
Él ha prometido a los que le reciben como su Señor y Salvador. Oración.
«Amado
Jesús, tú no quieres recibir mi compasión por todo lo que sufriste en la cruz
por mí, lo único que quieres es recibir mi fe en ti, que reconozca que he
pecado al querer vivir la vida a mi manera. Me arrepiento de corazón y te pido
que me perdones mi Señor, siento tristeza por haber estado separado de tu
Presencia, ayúdame a caminar en santidad y a vivir conforme a tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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