Dios no
desprecia el corazón contrito y humillado
“Dos hombres
subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo,
puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque
no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este
publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el
publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador”. Lucas 18:10-13
“Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado
no despreciarás tú, oh Dios”. Salmo 51:17
Cuánto
anhelamos que Dios conceda nuestras peticiones y nos dé conforme al deseo de
nuestro corazón, como dice el Salmo 20:4 “Te dé conforme al deseo de tu
corazón, y cumpla todo tu consejo”. Es lo mejor que podemos desear para
nosotros y para los demás. Pero Dios no mira lo que miramos nosotros, Dios mira
lo profundo del corazón y si este es egoísta, arrogante, duro y rebelde, es
poco probable que escuche nuestras oraciones.
Hoy vemos a
dos hombres que se acercan a la presencia de Dios de maneras muy distintas. Y
podríamos preguntarnos como dice el salmista: “¿Quién subirá al monte de
Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?” (Salmo 24:3), ¿cuál de los dos
entró realmente a su presencia? La respuesta la da la Palabra de Dios en el
mismo Salmo verso 4 “El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado
su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”.
Solo entran
en intimidad con Dios: aquellos que reconocen su maldad, piden perdón y
purifican su corazón, aquellos que son humildes y saben que necesitan de Él,
aquellos que lo buscan en lo íntimo y permanecen en su Palabra, aquellos que no
oran para sí mismos como el fariseo, sino que derraman su corazón delante del
Señor; como dice el Salmo 34:18 “Cercano está Jehová a los quebrantados de
corazón; y salva a los contritos de espíritu”.
Los deseos
de nuestro corazón deben estar sujetos a la voluntad de Dios en su Palabra para
poder recibir respuesta a nuestra petición, como dice Juan 15:7: “Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que
queréis, y os será hecho”. Es tiempo de reflexionar y ver si nuestros anhelos
siguen la corriente de este mundo egoísta o siguen lo que el Señor dice en su
Palabra.
Orar en el
Espíritu es tener el mismo sentir de Dios, es tener sus pensamientos en nuestra
mente y las intenciones de su corazón en nosotros que nos lleven a buscar la
gloria de Dios en todo lo que anhelamos. Debemos pedirle que nuestros deseos
estén alineados con los de Él. Oración.
«Padre amado
deseo entrar en lo secreto, en la intimidad de tu presencia y pedirte que mires
mi corazón para que me muestres si al acercarme a ti lo estoy haciendo con
egoísmo, orgullo y dureza. Quiero que coloques en mí un espíritu recto, un
corazón contrito, puro y humillado que anhele los deseos de tu corazón y que
pida conforme a tu Palabra, solo quiero hacer tu voluntad y ver tu gloria. En
el Nombre de Jesús, Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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