Un tesoro
escondido
Si clamares
a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la plata la
buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová,
y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca
viene el conocimiento y la inteligencia. Proverbios 2:3-6.
Cuando niños
escuchábamos historias de piratas valientes y decididos que abandonando todo lo
que tenían, iban tras aventuras inesperadas, peligros inusitados, viajando por
cielo, mar y tierra con el único objetivo de hallar inimaginables tesoros
escondidos. Ahora, de adultos, seguimos escuchando historias similares, ya no
con piratas ni fantasías, sino con grandes hombres emprendedores que gracias a
sus innovaciones, persistencia, tenacidad y esmero lograron levantar imperios
comerciales que los han llevado a la cima del mundo. Ellos abandonaron todo,
muchos hasta su propia familia, por ir tras tesoros escondidos que algún día se
acabarán, o simplemente terminarán con su muerte, en manos de alguien que no
tiene idea de cuánto costó conseguirlos.
Sin embargo
cada vez, con menor frecuencia, escuchamos de hombres y mujeres que lo han
perdido todo para ganar el único tesoro que permanecerá y trascenderá por
siempre, el reino de los cielos, un tesoro escondido para los que no lo quieren
ver, pero visible y disponible para todo aquel que crea y reciba a Cristo como
su Dios y Salvador. El Reino de los Cielos está a la distancia de una oración,
una oración donde rindamos nuestra vida a Jesús, nos arrepintamos de nuestros
pecados y experimentemos el nuevo nacimiento, revestidos del Espíritu de Poder
que alumbra nuestro entendimiento con sabiduría, inteligencia y conocimiento
íntimo del Todopoderoso.
El que
encuentre este tesoro y entienda su valor eterno y permanente dejará todo por
él, y lo pondrá al alcance de otros. Oración.
«Señor
Jesús, gracias por acercarnos el reino de los cielos a la tierra y mostrarnos
el camino hacia él. Tú eres el camino, la verdad y la vida, si te buscamos como
a un tesoro escondido y atesoramos tu palabra en nuestro corazón entenderemos
el temor a Dios y hallaremos el conocimiento del Todopoderoso. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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