Tres decisiones trascendentales. Parte 2
“A los
cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la
vida, para que vivas tú y tu descendencia”, Deuteronomio 30:19.
“Y si mal os
parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes
sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los
dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a
Jehová”, Josué 24:15.
Como veíamos
en el devocional previo, la decisión más importante que debemos tomar como
especie humana es ¿dónde pasaremos la eternidad? Y es que es la más importante
porque de ella dependen no solo nuestros próximos 100 años en los más longevos,
sino una eternidad completa. Viviremos la gloria eterna junto a nuestro
Creador, o la muerte eterna junto a los que desprecian la gracia de Dios.
La Biblia
nos da luces de cómo será nuestra vida después de morir, para los que hemos
creído: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la
primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa
ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una
esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí
el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su
pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor; porque las primeras cosas pasaron” Apocalipsis 21, 1-5; y también nos
enseña cómo será nuestra vida en esta tierra: “Bienaventurado el varón que no
anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y
en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a
corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo
que hace, prosperará”, Salmos 1:1–3.
Como vemos
hay todo que ganar o todo que perder, creer en Jesucristo como nuestro único
Salvador y conocerlo a través de una relación íntima y personal avivada por la
oración y las sagradas escrituras, nos pone en el camino del éxito, aquí en la
tierra y luego en la eternidad. Oración.
«Señor
Jesucristo, tú eres el camino, la verdad y la vida, el camino que quiero
caminar, la verdad que quiero probar y la vida que quiero vivir hasta la
eternidad. Eres el principio y el final, por quien existe y se mantiene el
universo, y yo también. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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