Emociones
bajo control
“¿De dónde,
pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia?” Job 28:
20
“Y dijo al
hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del
mal, la inteligencia”, Job 28: 28.
¿Cómo
dirigimos nuestra vida? ¿En qué basamos nuestras decisiones? ¿Nos dejamos
llevar por nuestras emociones o usamos la sabiduría divina?
Las
emociones se definen como una alteración del ánimo intensa y pasajera,
producida por impresiones de los sentidos, ideas o recuerdos que terminan en
alguna forma de expresión; todos los seres humanos las poseemos en mayor o
menor medida, nos fueron dadas por Dios para complementar nuestra existencia
pero nunca para que nuestra vida dependa o sea determinada por ellas. Sí, las
emociones son maravillosas, pero su naturaleza variable y pasajera impide que
las utilicemos para basar en ellas nuestras decisiones. Las emociones son
capaces de subirnos a la cima un día y al siguiente dejarnos completamente por
el suelo. Las emociones tienen la capacidad incluso de hacer más profundas las
heridas del pasado sumergiéndonos en la angustia, el rechazo, la autocompasión
o de hacernos ver futuros gloriosos que nunca sucederán.
En contraste
con las emociones está la sabiduría de Dios, que espera el momento adecuado
para actuar, prevé las consecuencias a largo plazo y elige lo mejor y lo que
dura para siempre. Jesucristo es el hijo de Dios hecho hombre, creer en Él y en
la obra que hizo por cada uno de nosotros en la cruz es el principio de la
sabiduría, esforzarnos por conocerlo, por amarlo y por obedecerlo, el de la
inteligencia. Elijamos el camino de la sabiduría y el de la inteligencia para
lograr estabilidad y equilibrio en nuestra vida, las emociones sólo nos darán
destellos de felicidad, la sabiduría nos dará una vida eterna de felicidad.
Controlar nuestras emociones y no permitir que ellas nos controlen a nosotros
nos pondrá en la dirección correcta a donde Dios quiere que vayamos. Oración.
«Espíritu de
Dios toma tu lugar en mí, ilumina mi camino y enséñame la senda de la sabiduría
y de la inteligencia. Cimienta mi vida sobre la roca que es Cristo y su
palabra. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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