Carta del
Rey
“Si yo cerrare los cielos para
que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”, 2 Crónicas 7: 13-14
Este
fragmento de la escritura hace parte del pacto que Dios hizo con el rey
Salomón, hijo de David, cuando terminó la edificación del primer templo
dedicado al culto y adoración al único Dios verdadero; allí reposaba el Arca
del Pacto que simbolizaba la presencia de Dios mismo en medio de ellos y le
daba identidad a Israel como el pueblo elegido. Después de Salomón, Dios
levantó muchos reyes y líderes religiosos que apelaban a este pacto cuando
Israel abandonaba los caminos de Dios y sufría las consecuencias nefastas del
pecado; ellos enviaban correos o cartas con edictos que contenían esta palabra
de esperanza, para que el pueblo se arrepintiera y orara dirigiendo su oración
al lugar del Santuario en búsqueda de perdón y restauración. El resultado era
inmediato, cuando el pueblo escuchaba, se arrepentía, oraba y buscaba a Dios de
todo corazón, Dios los levantaba de donde estuvieran, los prosperaba, los
juntaba y volvía a hacer de ellos una gran nación.
La situación
mundial actual no dista de la de Israel cuando se alejaban de Dios: injusticia,
desigualdad, muerte, hambre, pobreza, confusión y desesperanza. La crisis es a
todo nivel y la decadencia moral cada vez es mayor; de igual manera y como
sucedía con Israel, Dios sigue llamando, sigue enviando cartas, correos o
devocionales escritos desde su corazón a todo aquel que se disponga a
escucharlo y esté dispuesto a buscar su rostro. Dios no busca personas
perfectas, sino corazones mansos y humildes que dependan de su amor e infinito
poder, entonces, dice el Señor: “yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus
pecados, y sanaré su tierra”. Son tiempos difíciles, pero Dios está dispuesto a
restaurarnos, a prosperarnos y a no permitir que nada nos falte si en verdad
escuchamos su voz y atendemos su llamado.
Oración.
«Padre
celestial, me presento ante ti con el corazón en la mano, dispuesto a dártelo
para que lo restaures y lo limpies de tanta maldad. Por favor restáurame, sana
todo mi ser y dame las fuerzas para permanecer en tu camino, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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