Soportándonos
y perdonándonos unos a otros
“Hermanos,
si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que
tú también seas tentado.” Gálatas 6:1
“soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses
3:13
En la vida
se presentan muchos conflictos entre nosotros, padres e hijos, esposos,
hermanos, amigos, vecinos, no hay excepción. Pero lo que nos enseña la Palabra
de Dios es a solucionarlos o a enfrentarlos con sabiduría, con amor y con mucha
paciencia.
Lo primero
que nos aconseja la escritura que hagamos cuando tengamos un conflicto con
nuestro hermano, está en Mateo 18:15-17, y básicamente nos dice que si alguien
peca contra nosotros lo amonestemos en privado, luego con dos o tres testigos
si no reconoce su falta y por último en la iglesia (en el caso de que sea un
hermano en Cristo); si no nos oyere solo nos queda orar por esa persona. Pero
siempre, el principio de toda corrección, es que se debe hacer con mansedumbre
(2 Timoteo 2:25).
Algo
importante acerca de los conflictos, que debemos considerar, es que siempre los
vamos a tener de una forma u otra, y siempre tenemos que estar dispuestos a
perdonar (Mateo 18:21-22), no podemos exigirle a una persona que nunca vuelva a
fallar, porque incluso nosotros mismos podemos caer en el error que estamos
juzgando, por esto dice “considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas
tentado” (Gálatas 6:1); pero esto tampoco es excusa para dejar pasar el error y
no enfrentar la situación problemática, buscando en la fuerza de Dios y el
poder de su Espíritu, un cambio que nos lleve a solucionar el problema. De esto
se trata cuando dice la escritura “Sobrellevad los unos las cargas de los
otros, y cumplid así la ley de Cristo.” (Gálatas 6:1-2).
Si somos
victimarios u ofensores, estamos llamados a apartarnos del pecado, pidiendo a
Dios que nos de el dominio para no volver a ofender a la otra persona,
estimándola como superior a nosotros mismos (Filipenses 2:3) y heredera de la
misma gracia que nos fue dada, porque todos nosotros somos uno en Cristo Jesús.
(Gálatas 3:28).
Estos
principios son enseñados para nuestra congregación en la iglesia, pero nos dan
luz para solucionar cualquier conflicto en nuestra vida con nuestro prójimo, a
los cuales también debemos soportar y perdonar, aplicando lo que nos enseñó
nuestro Señor Jesús: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen;”( Mateo 5:44)
Oración.
«Padre,
ayúdame en la fuerza de tu Espíritu a tener toda paciencia y humildad para
reconocer mis errores y para no ofender a mi hermano, y también para soportar y
perdonar cuando soy ofendido, así como tú me perdonaste, así también ayúdame a
hacerlo, cumpliendo la ley del amor, pues el amor no hace mal al prójimo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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