Pongámonos
de acuerdo. Parte 2
“para que
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean
uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:21
En un mundo
dividido, ponernos de acuerdo es todo un reto, pero la Biblia nos habla que
podemos ser uno a pesar de la diversidad, es decir, siendo todos diferentes, en
la fe de Cristo, somos uno. Porque tenemos al Espíritu de Dios morando en nuestro
corazón y Él nos une, nos hace un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo (1 Corintios
12:12-27).
Claro,
Cristo nos aparta del mundo y sus enfoques de mentira, pero nos une en un solo
cuerpo, la iglesia, conformada por todos los que creen en su nombre.
Somos uno,
en la práctica, porque compartimos y estamos llamados a tener el mismo
pensamiento, voluntad y sentir que hay en Cristo (Filipenses 2:5-8).
Pensamiento,
porque tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), así que estamos llamados
a un mismo entendimiento por el conocimiento de Cristo y a cambiar nuestra
forma de pensar para conocer su voluntad (Romanos 12:2).
Voluntad,
porque es el llamado que todos tenemos para colocar en acción su Palabra y
hacer la obra que nos ha mandado a hacer, la obra del amor, la de amarnos unos
a otros (Juan 15:12), y así decir y hacer como Cristo nos enseñó: “Mi comida es
que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34b).
El sentir,
como dice la escritura “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer, por su buena voluntad.”, (Filipenses 2:13), y es un sentir que
nos lleva a la acción, pues es dirigido por la voluntad de Dios.
Esto nos
llevará, sobre todo, a que no haya divisiones entre nosotros, porque como nos
reafirma la escritura: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, que habléis toda una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer.” (1 Corintios 1:10)
Así que
hermanos, somos uno en Cristo, y tenemos un llamado que hace que esta unión
tenga un propósito eterno, que comienza desde el momento que recibimos a Cristo
como Señor y Salvador, por esto ¿ya nos pusimos de acuerdo con nuestros
hermanos? Vamos, entonces, a vivir en comunión unos con otros, por amor de
aquel que nos hizo uno con el Padre, por medio de su Espíritu, y unir con su
Palabra y amor, a un mundo dividido por la mentira y el pecado. Oración.
«Padre, te
pido, por amor a Cristo quien nos unió con sus brazos extendidos en la cruz,
que con mis hermanos en la fe tengamos un mismo pensar y sentir, y que, por el
puro afecto de tu voluntad, tengamos esa comunión llevándonos a que el mundo
mire la grandeza de tu amor derramado en nuestro corazón. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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