Una historia
que continúa
En el primer
tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer
y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado
mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a
quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas
indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del
reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino
que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo dentro de no muchos días. Hechos 1:1-5
El Libro de
Hechos es la historia de la iglesia cristiana, una historia que no ha
terminado, el evangelio de Jesucristo todavía no ha llegado a su fin. La
iglesia de Cristo con su mensaje de salvación sigue transformando vidas
llevándolas a la luz de Cristo.
Jesús ganó
la inmortalidad, ascendió a los cielos después de su resurrección, Él es el
Eterno, está vivo, activo y lleno de poder, no es alguien que fue, sino Uno que
es y cuya vida continúa a través de su Iglesia y eternamente.
La Iglesia
recibió el poder para cumplir su misión: La obra del Espíritu Santo, el
“Consolador” o confortador que da vigor, espíritu y fuerza, el que anima,
alienta y consuela. La venida del Espíritu Santo es el cumplimiento de la
promesa de Jesús: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya;
porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os
lo enviaré”. Juan 16:7
La acción
del Espíritu Santo convence a las personas de la justicia perfecta en Cristo,
porque resucitó y volvió a la gloria de su Padre. Convence de que el mal quedó
derrotado y condenado en la cruz del calvario. Nos convence de la realidad de
nuestro pecado y de la suficiencia de nuestro Salvador, para perdonarnos y
darnos vida eterna.
Demos gloria
a Dios porque cuando Jesús volvió al Padre vino nuestro “Ayudador” que estaría
con nosotros para siempre, no está sujeto a limitaciones porque está en
nosotros y adonde quiera que vayamos Él está ahí. El Espíritu nos traería una
comunión ininterrumpida, poder y eficacia para hablar de Cristo. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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