La vida es un eco
“Y llamando
a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar
su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del
evangelio, la salvará”. Marcos 8:34-35
“Echa tu pan
sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás”. Eclesiastés 11:1
Esta parte
del evangelio de Marcos es una de las porciones que deberíamos tener más cerca
del corazón y como centro de nuestra fe cristiana. Jesús nunca indujo a las
personas a seguirlo con falsas promesas, tampoco ofreció un camino fácil, pero
sí ofreció su gloria. Decirle a alguien que debe estar dispuesto a cargar una
cruz es decirle que su vida no va a ser nada sencilla, que tendrá que sufrir,
renunciar y hasta perder cosas por causa de la fe, es quizás ser tratado como
lo fue Jesús, como un criminal condenado a muerte.
Implica dar
totalmente nuestras vidas, energía, vitalidad, entusiasmo, emociones,
motivaciones con generosidad, es decir, todo lo que somos. Cuando nos aferramos
a nuestra vida la perdemos, pero cuando nos damos sin reservas, la ganamos. La
vida sólo crece cuando es entregada. Por eso no podemos guardarnos la vida o
decir que no vamos a amar o servir a otros, porque eso es lo que significa
seguir a Cristo. Él no vino a hacernos la vida fácil, vino a hacernos grandes,
sirviéndole a Dios. Recordemos Mateo 20:26: “Mas entre vosotros no será así,
sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”.
Jesús tiene
derecho a pedirnos que asumamos una cruz, porque Él la llevó antes que
nosotros. Nunca nos pediría algo que no pudiéramos soportar. El que quiere
servirle debe ser capaz de decir como el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, más
vive Cristo en mi”.
En
Eclesiastés “el pan sobre las aguas” puede representar vida, dinero, tiempo,
afecto, habilidades, talentos, que cuando los ponemos al servicio de los demás
se multiplican. Lo que sea que demos es lo que siempre volverá. La vida es un
eco, lo que sembramos, eso cosechamos. Oración.
«Hoy deseo
seguirte mi Jesús, entregar mi vida con más amor, alegría, afecto, oración y
sacrificio hacia los que me rodean. Me llamas a servir como un gran privilegio
para ver mi vida bendecida, porque todo lo que haga aquí, recibirá recompensa
no solo en esta tierra, sino en la eternidad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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