¿Cuánto nos
cuesta esperar?
“Y él esperó
siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a
Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y
ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto”. 1 Samuel 13:8-9
La
experiencia del rey Saúl al no esperar el tiempo que el profeta le dijo que
esperara le costó su trono. Samuel, que era el sacerdote, le había dicho que
esperara una semana para reunirse con él y así juntos, ofrecer los sacrificios
a Dios. Pero Saul al encontrarse asediado por los enemigos entró en
desesperación al ver que su ejército se debilitaba y en su afán, no quiso
esperar más y asumió el lugar de sacerdote, que no le correspondía y ofreció un
sacrificio que no fue grato delante de Dios. Justamente después de terminar el
holocausto llegó Samuel.
Cuando nos
agobia la desesperación, podemos tomar decisiones apresuradas que nos pueden
salir mal; pensemos, si Saul hubiera esperado un poco más, las cosas para él
habrían sido diferentes. Por eso es una imprudencia tomar decisiones sin
consultar la voluntad de Dios en los momentos de crisis. Es cuando debemos
respirar profundo, hacer un alto e ir en oración a buscar el rostro de Dios.
¿Cuántas cosas cambiarían en nuestra vida si aprendiéramos a escuchar la voz de
Dios?
¿Cuántas
decisiones apresuradas nos han llevado al fracaso matrimonial, a la quiebra de
nuestro negocio, a destruir nuestra familia, a meternos en un problema mayor
tratando de buscar soluciones rápidas a nuestra situación? Nos olvidamos
fácilmente que los tiempos son de Dios y que Él tiene el control de todo lo que
sucede en nuestra vida y la única forma de permanecer firmes es confiar en Dios
y en sus promesas. Recordemos lo que dice el Salmo 37:5 “Encomienda a Jehová tu
camino, y confía en él; y él hará” Oración. Señor Jesús, cuántas veces he
tomado malas decisiones por no esperar un poco y he perdido las bendiciones que
querías darme. Perdóname por no doblegar mi corazón delante de ti y orar por
cada situación de mi vida. Hoy me recuerdas que eres mi ayudador, que nada se
sale de tu control y que una vez más debo depender de ti porque tu voluntad es
buena, agradable y perfecta. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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