Un corazón
sincero
“Él les
dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo
de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su
corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios
todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al
hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos,
las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez”. Marcos 7:18-22
“Acerquémonos
con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de
mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Hebreos 10:22
Examíname,
oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay
en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno. Salmo 139:23-24
Los fariseos
y escribas hicieron una acusación a los discípulos de Jesús porque los vieron
“comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas” (Marcos 7:2). Era una
excusa para mostrar sus verdaderas intenciones de condenar a Jesús, pues creían
que siguiendo tradiciones y reglas estaban agradando a Dios, su devoción no era
sino apariencias y mandamientos de hombres, pero su corazón estaba distante de
Él. Los judíos afirmaban que la contaminación real era la física, pero Jesús
dijo que la verdadera contaminación era la moral y espiritual.
Cuando Dios
se refiere al corazón, en el libro de Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el
corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Está
mostrando la verdadera condición del hombre afectado por el pecado, cuando
rompe la relación con Él y vive bajo su propio razonamiento. Ese desajuste hizo
que toda la raza humana se corrompiera por el pecado, dejando de vivir en el
Espíritu y dando paso a los deseos de la carne.
Las
consecuencias de nuestra separación trajeron todas las cosas que Marcos
menciona aquí, que provienen de nuestro interior y que es lo que realmente nos
contamina. La Palabra de Dios es el espejo que refleja la verdadera condición
de nuestro corazón, pues nos muestra nuestra ambición egoísta que quiere hacer
su voluntad y no la de Dios.
Después de
dos mil años, sigue arraigado en el corazón del hombre que la verdadera pureza
espiritual tiene que ver con cosas externas. En muchas religiones sigue
habiendo innumerables ritos de lavamientos para alcanzar la pureza del alma y
listas de alimentos prohibidos que si los consumen, verán estropeada su
relación con Dios, pero Jesús dijo muy claro «nada hay fuera del hombre que
entre en él, que le pueda contaminar». El Llamado de Dios es más bien acercarnos
a Él sinceramente, para escuchar su voz y poder transformar nuestro interior,
purificando nuestro corazón de pensamientos y acciones que nos contaminan ante
sus ojos. Oración.
«Amado
Jesús, que bueno, en esta mañana, acercarme a ti con un corazón sincero,
contrito y humillado, reconociendo la condición de mi ser, entendiendo que
todos los malos deseos salen de mi interior. Hoy necesito que cambies mi
corazón y me permitas vivir agradándote, andando en el Espíritu para hacer tu
voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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