Elegidos
para ser diferentes
“Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas
cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y
sed agradecidos”. Colosenses 3 :12-15
Hemos sido
elegidos para ser diferentes en un mundo donde el común denominador es la
exaltación personal y los intereses personales. Revestidos de una naturaleza
nueva para ir renovándonos en la medida en que conozcamos a Jesús. En esta
nueva vida no es importante lo que somos, sino lo que Cristo es, viviendo en
nosotros y a través de nosotros.
El Señor nos
eligió para ser un pueblo santo y amado por Él, por eso nos identificamos con
su carácter lleno de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia.
La compasión se aprende cuando aprendemos a ser tolerantes y a tener empatía
con los demás a pesar de sus fallas, perdonando siempre como lo hizo el Señor
con nosotros. Pero la característica más importante, es el amor que es el que
nos une en perfecta armonía.
¿Qué tan
fuerte es nuestra convicción para permitir que Dios nos moldee a su manera? Si
vivimos con convicciones sólidas y fuertes, cuando vengan las grandes pruebas
podremos sostenernos y mostrar esa naturaleza divina en nosotros; o de lo
contrario, nos dejaremos llevar por nuestras cambiantes emociones y no seremos
testimonio de su amor.
Todos los
que hemos creído estamos llenos de Él y hemos sido hechos completos en Él. Todo
lo que necesitamos para nuestra vida cristiana la encontramos en Jesús y su
Verdad nos conducirá a la santidad personal y a la santidad en nuestras
relaciones con otros, pues vivir como escogidos, es vivir la plenitud de Cristo
en nuestra conducta, nuestra profesión y nuestras relaciones. Los elegidos de
Dios están vestidos con la justicia de Cristo. Las vestiduras que Pablo enumera
aquí realmente son el fruto del Espíritu Santo, que no podemos producir por
nosotros mismos, sino con su ayuda. Y la motivación que nos inspira cada día
está en Colosenses 3:17 “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio
de él” Oración.
«Señor
Jesucristo, que maravillosa posición que tengo en ti, al mirarme, reconozco que
soy débil, que no tengo ningún poder, que soy incapaz de vestirme con las ropas
del fruto del Espíritu por mí mismo. Necesito de ti y entiendo que he sido
colocado en Cristo, en ese lugar en que el Espíritu de Dios actúa y me capacita
para vivir bajo su control. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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