Señor ¿qué quieres que yo haga?
“y cayendo
en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura
cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor,
¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y
se te dirá lo que debes hacer.” Hechos 9:4-6
“Señor ¿qué
quieres que yo haga?” Es la pregunta que muchos de nosotros no nos atrevemos a
hacerle a Jesús, posiblemente por temor, temor a que nos envíe lejos de nuestra
familia, temor a que nos pida que nos despojemos de las riquezas materiales o
quizás temor a que le dé un giro inesperado a nuestra vida y cambie todo
aquello que hemos planeado o soñado durante varios años. Pues, cuán equivocados
estamos y cuán necesitados del conocimiento de su gran amor.
Hermanos,
¿el Señor tiene planes de bienestar o de calamidad para nuestras vidas? ¿La
voluntad de Dios es agradable y perfecta o desagradable e injusta? ¿Su carga es
liviana o pesada, su yugo es fácil o difícil?
Indudablemente,
el Señor tiene planes de bienestar para nosotros con el fin de darnos un futuro
y una esperanza (Jeremías 29:11); si cambiamos nuestra manera de pensar
descubriremos que la voluntad de Dios siempre es buena, agradable y perfecta
(Romanos 12:2); y por supuesto que su carga es liviana y su yugo es fácil
(Mateo 11:30). Amados del Señor, seguir a Cristo o rendir nuestra vida a Él de
tal forma que le preguntemos, como lo hizo el Apóstol Pablo, “Señor ¿qué
quieres que yo haga?”, es la decisión más sabia, sensata y segura que podemos
tomar en nuestra vida. Si Cristo murió por nosotros en una cruz para darnos
salvación y vida eterna cuando éramos pecadores, ¿será que ahora que nos
rescató y nos hizo hijos de Dios, hará algo para perjudicarnos? ¡Imposible!
Dice el proverbio, “Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.”
(Proverbios 3:17). Oración.
«Papito
Dios, me rescataste de mi pasada manera de vivir, me perdonaste y me hiciste tu
hijo; hiciste todo por mí, ahora solo quiero decirte, ¿qué quieres que yo haga?
Señor, cumple tu propósito en mí. Te doy gracias Padre Celestial porque sé que
seguirás obrando poderosamente en mi vida para tu gloria, gracias en el nombre
de Cristo Jesús, amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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