Miedo al futuro
Se levantó,
pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y
cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios. Y allí se metió en una cueva,
donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces
aquí, Elías? Él respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los
ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus
altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida. 1 Reyes 19:8-10
¿Cuántas veces
nos ha pasado lo de Elías? En situaciones difíciles podemos tomar dos
decisiones: ir a Dios y encontrar el descanso que necesitamos en Él o huir de
nuestros problemas y buscar “cuevas para escondernos de la situación”. Las
cuevas son peligrosas porque nos llevan a encerrarnos en nosotros mismos, lo
que impide que Dios y otros puedan ayudarnos, nos hacen caer en desesperanza,
en el miedo al futuro, sentir que nada tiene sentido y podemos llegar a tomar
decisiones equivocadas, a refugiarnos en algo o en alguien que nos hace daño, a
caer en vicios y hasta en pensamientos de suicidio.
Cuando nos
metemos en la cueva, perdemos la visión de lo que Dios quiere y tiene para
nosotros. Nos olvidamos que Él ve más allá de nuestras circunstancias y solo
miramos las cosas desde nuestra perspectiva.
A veces,
como a Elías, Dios nos tiene que llamar y sacarnos de la cueva, porque no podrá
mostrarnos nada hasta que no nos pongamos delante de Él. Es tiempo de abrir
nuestros oídos espirituales y escuchar la voz de Dios que nos invita a seguir
adelante, a tener nuevas fuerzas, a renovar nuestra comunión con Él y
visualizar el futuro que Él tiene para nosotros. Recordemos esta promesa en
Isaías 40:29: «Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no
tiene ningunas”. Enfoquémonos de nuevo en Dios para recibir las bendiciones de
ser sus hijos y no permitir que el enemigo robe nuestras ilusiones y nos haga
vivir bajo el peso de nuestras cargas. Oración.
«Padre
celestial, cuando creo que cualquier intento de salir adelante terminará en un
fracaso, cuando mi visión se nubla y no veo mi futuro claro, cuando mis fuerzas
se agotan por tratar de resolver las cosas por mí, es cuando necesito ponerme
delante de ti y entregarte todas mis cargas. Señor perdóname por perderte de
vista y enfocarme en mis problemas trayendo angustia y desasosiego a mi
corazón. Enséñame a esperar en ti. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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