Una nube de
esperanza
“Entonces
Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab
subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose
en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y
mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a
decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como
la palma de la mano de un hombre, que sube del mar”. 1 Reyes 18:41-44
En el
contexto de este relato la nación de Israel estaba pasando por una gran sequía
de casi tres años que trajo escasez y hambre, a causa de su idolatría e
inmoralidad espiritual. Esta situación les llevó al temor. Pero en medio de
todo esto Dios levanta al profeta Elías para batallar contra las fuerzas del
pecado y del mal en su pueblo.
Mientras
Acab subió a disfrutar de un gran banquete y su pueblo está muriendo de hambre,
Elías subió al monte el Carmelo para interceder ante Dios por su pueblo y para
pedir lluvia. Dos actitudes totalmente contrastantes. Aquí podemos ver dos
tipos de personas las que prefieren seguir sus impulsos carnales, los que
buscan la comodidad, los que se conforman con una situación difícil y no hacen
nada para solucionarla y los que prefieren lo espiritual, buscar a Dios y su
dirección. Elías sabía que la mejor manera de enfrentar esta crisis era orando,
pidiendo perdón y arrepentimiento para que Dios tuviera misericordia y volviera
su rostro a ellos.
Por eso le
dice a su criado que suba a la cumbre y observe al mar y este le dice que no ve
nada y le insiste que suba siete veces más. Esa es la fe que no desfallece, la
fe que cree aun sin ver nada. A la séptima vez el criado le dice que ve una
pequeña nube del tamaño de una mano de hombre y entonces Elías le ordena ir a
buscar a Acab para que se resguarde porque viene una gran lluvia.
Recordemos
que Dios derrama bendiciones con pequeños comienzos, hace que visualicemos una
nubecita de esperanza en medio de situaciones difíciles y nuestra fe es la
clave, por eso no sabemos cuántas veces tendremos que subir a la presencia de
Dios e insistir en oración por la respuesta que llegará como esa pequeña nube
que desató una gran tormenta.
La fe de
Abraham que a pesar de su vejez confió en las promesas de Dios como lo dice
Romanos 4:20-21” Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino
que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era
también poderoso para hacer todo lo que había prometido”.
Es la fe que
Jesús nos enseñó y comparó con una pequeña semilla de mostaza, que cuando se
siembra tiene la capacidad de dar un gran árbol. Es una fe sobrenatural que va
más allá de nuestra razón y nos hace confiar plenamente en la respuesta de Dios,
aunque no la visualicemos. ¿Estamos plenamente convencidos que Él cumplirá sus
promesas? Oración.
«Señor mi
Dios, hoy derramo mi corazón delante de ti intercediendo en medio de esta
situación tan difícil que el mundo está afrontando, continúo insistiendo
delante de ti por aquellos que te necesitan y confió en tus promesas que son
esa pequeña nubecita de esperanza donde mi fe descansa. Sé que vendrá una gran
lluvia de bendición y salvación sobre esta tierra. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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