El Señor
conforta y calma nuestras emociones
“Él le dijo:
Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba,
y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas
delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un
terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego;
pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y
delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se
puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces
aquí, Elías?” 1 Reyes 19:11-13
Elías acaba
de enfrentar con victoria a 450 profetas de Baal, sin embargo después permite
que las circunstancias le afecten negativamente de tal manera que cree que todo
está perdido, cree que la apostasía del pueblo no permitirá que la causa de
Dios triunfe y está escondido en la cueva ante la amenaza de muerte de Jezabel.
Dios no permite que su profeta permanezca escondido, le ordena que salga de la
cueva y se coloque en el monte delante de Él, en el lugar de la revelación, le
pide que continúe con su ministerio que todavía no ha terminado.
Dios está
tratando en este momento con Elías que está cansado y extenuado por todo el
trabajo que ha hecho. Su ministerio era difícil, pues debía defender la fe en
Dios en medio de un pueblo incrédulo que estaba siguiendo dioses paganos. El
Señor sabe que necesita ayuda psicológica pues está bajo mucho estrés y el
miedo lo consume, porque su vida corría peligro.
Quizás por
el carácter y la personalidad, Elías esperaba una manifestación ruidosa y
violenta de parte de Dios para entender que estaba con él en esos momentos de
angustia, pero Dios no estaba ni en el viento huracanado, ni en el terremoto,
ni en el fuego, Dios estaba en un sonido suave y delicado. Esa es la clase de
voz que el Señor desea que escuchemos en momentos de dificultad, la apacible
voz de su Espíritu que conforta y calma nuestras emociones. Es la voz apacible
de Cristo cuando dice en Mateo 11:28 “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Es el sonido agradable que nos
provee una tranquilidad profunda e inexplicable.
El evangelio
es la voz suave de amor, gracia, misericordia, perdón justicia y salvación,
allí encontramos el consuelo y la restauración que nuestra alma necesita.
Hoy podemos
preguntarnos: ¿Cuáles son esas circunstancias que nos producen mayor cansancio
físico y emocional? ¿De qué manera están afectando nuestra vida espiritual? O
¿Qué actividades de rutina nos aturden e impiden oír la voz apacible de Dios?
Cuando
estamos agobiados por nuestras cargas, no es el momento para escondernos, sino
de salir y presentarnos delante del Señor en oración y poder vaciar nuestro
corazón agobiado. Como dice el Salmo 141:8 “Por tanto, a ti, oh Jehová, Señor,
miran mis ojos; En ti he confiado; no desampares mi alma” Oración.
«Gracias
Señor Jesús, porque tu presencia calma las más grandes tormentas de mi corazón.
Te entrego mis emociones en estos momentos de dificultad, donde el temor, la
ansiedad y la incertidumbre se han apoderado de mí. Quiero escuchar ese sonido
apacible y delicado de tu Espíritu Santo y descansar en ti. Dame nuevas fuerzas
para seguir cumpliendo tus propósitos. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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