Jesús quiere
un encuentro para salvarte.
“Y sucedió
que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba
ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de
estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque
había de pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia
arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es
necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió
gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con
un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí,
Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a
alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación
a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham”. Lucas 19:2-9
Antes de ir
a Jerusalén para morir en la cruz, Jesús decidió pasar por Jericó, una región
donde vivían los publicanos y recaudadores de impuestos que eran despreciados
por muchos, pero quería alcanzarlos con su gracia. Igualmente, así como entró y
atravesó Jericó para tocar y transformar vidas, entró y pasó por este mundo
para alcanzarnos, no vino para quedarse, sino para morir por nuestros pecados y
darnos una oportunidad.
En esa
región estaba Zaqueo cuyo nombre significa en el hebreo Zakkái: “puro”,
totalmente contrario a lo que realmente era, pues como recaudador de impuestos,
se aprovechó de su posición para robar a la gente y enriquecerse. Estaba muy
alejado de Dios y quizás llegó a entender que la riqueza del mundo no
satisfacía su corazón, por eso quería volver atrás y empezar de nuevo.
Cuando
escuchó de Jesús, corrió a buscarlo, se esforzó en encontrar la gracia y la
misericordia del Señor. Como era pequeño de estatura y había mucha gente, se
subió a un árbol para divisar a Jesús. El Señor sabía dónde estaba, por eso se
acercó, lo llamó y le dijo que quería quedarse en su casa ese día, Jesús tocó
la puerta del corazón de Zaqueo y no hizo caso a las murmuraciones que
surgieron al entrar en su casa y comer con un pecador. Jesús va más allá de los
paradigmas y prejuicios sociales, Él sólo quiere ganar almas para su reino.
Algo ocurrió
en Zaqueo cuando se encontró con Jesús, admitió sus errores, confesó que había
estado robando a los pobres y quería remediarlo. Su encuentro con Él lo
transformó en un hombre nuevo, tomó rápidamente conciencia acerca de su
necesidad de cambio y actuó en conformidad. El Señor quiso que este hombre
odiado supiese que Él se dirigía hacia Jerusalén para morir, y que su muerte le
proveería a él un lugar de gracia, un lugar en el cielo.
Lo que
cuenta no es la cantidad de errores que cometemos, ni nuestro pasado, lo que
cuenta es la medida del amor de Jesús en nosotros que es capaz de cubrir
multitud de faltas, librarnos de la culpabilidad y vergüenza y convertirnos en
nuevas personas. La única manera en que el mundo se dé cuenta de esto, es por
lo que otros ven en nuestra vida cambiada. Si Jesús está a la puerta déjalo
entrar y transformará tu vida. Oración.
«Señor
Jesús, gracias por tocar a mi puerta y entrar en mi casa, en mi corazón y cenar
conmigo, me has alcanzado con tu misericordia y con tu gracia, me has
transformado convirtiéndome en otra persona, para que sea fuente de bendición
para los demás. Gracias por morir en la cruz por todos mis pecados y darme una
nueva vida. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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