Mi fuente de amor
“En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos
amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan
4:10
¿Tal vez en
alguna ocasión nos hemos admirado o sorprendido por lo que somos o hacemos?
Hay momentos
en donde nos detenemos a observar y reflexionar lo que ha sido nuestra vida, y
así como hay ocasiones en las que nos avergonzamos por nuestro actuar, hay
otras tantas en las que decimos “¿eso lo hice yo?, no lo puedo creer, ¡qué
bien!” Y eso está bien, pero puede pasar que nos quedemos fijándonos en
nosotros, o peor aun llevándonos la gloria de lo que no nos corresponde.
La Escritura
dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en
vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la
gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:10. Hermanos, no podemos olvidar de
dónde nos rescató Dios, de cuán incapaces éramos de hacer el bien en nuestra
fuerza, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados (Efesios 2:1), pero Él,
por el puro afecto de su voluntad, nos amó primero y envió a su Hijo en
sacrificio por nuestros pecados, nos hizo nuevas criaturas en Cristo y derramó
su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha dado. Entonces,
a partir de este punto, ya no somos nosotros, nuestras capacidades, nuestra
inteligencia o nuestras buenas intenciones, sino que es Él viviendo a través de
nosotros, porque “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más
vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gálatas 2:20)
Es decir
que, todo lo bueno de nosotros es Cristo en nosotros. Si ahora tenemos la
capacidad de amar, aún a nuestros enemigos, es porque disfrutamos de la fuente
de amor verdadero, su amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo (Romanos 5:5). Si somos pacientes, bondadosos, pacificadores, humildes,
amables, etc., es porque a través de nosotros se está manifestando el fruto del
Espíritu Santo (Gálatas 5:22-23). Así que, bendito, alabado y adorado sea
nuestro Padre Dios hoy y siempre por toda la gracia y el amor que ha derramado
en nosotros, que son nuestra fuente para amar verdaderamente, toda la gloria y
la honra sean sólo para Él. Oración.
«Padre de la
gloria, sé que todo lo bueno que hay en mí eres tú, tu Santo Espíritu que mora
en mí y me da el poder para hacer todo de acuerdo con tu voluntad y no a los
deseos de mi carne; recibe Dios bueno, toda la gloria y la alabanza por tu
gracia que me permite ser lo que soy ahora en Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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