El
intercambio
“Él da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías
40:29
¿Alguna vez
hemos considerado nuestra relación con Dios como un intercambio?
Si
reflexionamos en nuestra rutina diaria de comunión con Dios, nos damos cuenta
de que nunca salimos igual de como entramos a su Presencia, y esto se debe a
que nosotros siempre llevamos algo para entregar y a cambio recibimos lo que el
Padre nos da; y es justamente lo que Dios quiere con nosotros, Él desea que
aprendamos a confiar en Él de tal manera que le entreguemos cada uno de
nuestros motivos y preocupaciones para a cambio darnos todo su amor que se
extiende en paz, perdón, fe, gozo, provisión y mucho más.
Él nos dice,
entrégame tus preocupaciones y yo te doy mi paz, pues su Palabra en Filipenses
4:6-7 indica “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.”
Entrégame
tus pecados que yo te doy mi perdón, es lo que nos revela a través de 1 Juan
1:9 “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
No te quedes
con tus cargas, entrégamelas y yo te doy mi descanso, es a lo que nos alienta
en Mateo 11:28 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar.”
Dame tu
tristeza a cambio de mi alegría, es lo que nos dice en Salmos 42:5 “¿Por qué te
abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de
alabarle, Salvación mía y Dios mío.”
Como vemos,
es un intercambio muy beneficioso para nosotros; así que, es hora de
reflexionar y ver qué asuntos de nuestra vida aún no hemos intercambiado con
Jesús. Oración.
«Papito
Dios, indudablemente ser hallado por ti ha marcado un antes y un después en mi
vida, no tenía nada y Tú me has provisto de todo, desde lo más mínimo hasta lo
más grande y profundo, has restaurado todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo; por
eso, Padre celestial, cada día vengo a ti con la certeza de la fe porque sé que
seguirás obrando en mí hasta el día en que Cristo vuelva, gracias poderoso
Dios, Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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