Seamos transparentes con Dios y con los demás.
“Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se
avergonzaban”.Génesis 2: 25
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron
que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron
delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire
del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios
entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo:
¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque
estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas
desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? ”.Génesis 3:7-11
Tan pronto como el ser humano pecó, se dio cuenta que estaba
desnudo y sintió vergüenza. Tanto la culpabilidad como la vergüenza se
apoderaron de Adán y Eva. Lo único que vieron sus ojos fue su propia desnudez y
pretendieron esconderse el uno del otro y de Dios. Esa unidad completa,
inocente, abierta y sin pizca de vergüenza en nada, se derrumbó. Se taparon con
hojas de higuera, lo que implica que perdieron la conexión que había entre
ellos. Trataron de cubrir su desnudez mediante sus propios esfuerzos pero no
pudieron; su vergüenza, remordimiento, temor, la sensación de culpa, los
llevaron a escaparse de la presencia de Dios y a poner barreras entre ellos.
Rompieron su relación con Dios cuando creyeron que su camino
era mejor que el de Él, se cohibieron y se escondieron de su presencia,
trataron de disculparse y defenderse y le echaron la culpa al otro, incluyendo
a Dios.
Cada vez que nos ocultamos detrás de una apariencia, detrás
de una máscara, mostramos lo que no somos, pagamos un precio muy alto, perdemos
la conexión con las personas que son importantes en nuestra vida, pero lo más
triste es que perdemos la conexión con Dios, tratamos de escondernos de su
presencia, olvidamos que es el único que conoce lo profundo de nuestro corazón
y que puede ayudarnos. Si hemos pecado, no debemos huir, por el contrario,
debemos acercarnos a Dios, admitir nuestro error y pedir perdón. No escapemos
de nuestra responsabilidad culpando a otros.
Efesios 1:5-6 nos recuerda que el Señor Jesús pagó un precio
muy alto en la cruz por nosotros y nos aceptó tal como somos. Ahora nada nos
impide que estemos delante de Dios, Él conoce nuestros más íntimos secretos y
nos ama a pesar de todo. Sólo la provisión de Dios, por medio del sacrificio de
Cristo bajo el nuevo pacto, cubrió multitud de faltas, nos permitió revestirnos
de Cristo para poder restablecer nuestra relación con Dios y con otros. Sólo
podemos conectarnos de verdad, cuando desnudamos nuestro corazón delante del
Padre y nos mostramos tal como somos con los demás. Oración.
«Amado Señor, hoy vengo a tu presencia con un corazón
contrito y humillado, reconociendo que soy un pecador, que te he fallado, te
pido perdón, quita mi culpa y mi vergüenza para mirarte cara a cara. Que no
culpe a otros por mis debilidades y que pueda ser sincero en mi relación con
los demás sin esconderme detrás de una apariencia. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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