El Espíritu de vida
“para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”., Romanos 8:4-8
Cuando Jesús vino a este mundo y se hizo hombre, le ofreció a Dios una vida de perfecta obediencia, y un perfecto cumplimiento de su voluntad. Ahora que somos uno en Cristo, debemos también estarlo en su perfección. Gracias a su obra redentora, Cristo nos ofrece una vida que no esté dominada por la carne sino por el Espíritu de vida, que nos llena con un poder que antes no teníamos ni conocíamos. Ese poder, anula el castigo del pasado y nos asegura la fuerza para vivir vidas victoriosas en Él.
Tenemos que comprender que no estamos solos en esta batalla espiritual diaria, si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros. Él habita en nuestro corazón por fe desde el momento en que lo recibimos. Su gracia en nuestra vida nos da una nueva naturaleza y es nuestro deber andar en el Espíritu, dejándonos gobernar por su presencia y dejando a un lado los deseos de la carne.
La regeneración del Espíritu nos da una nueva vida divina, que en un principio no alcanzamos a comprender, pero en la medida que vamos creciendo espiritualmente lo podemos hacer. Entonces, podemos estar bajo la influencia del Espíritu o la influencia de nuestra carne y según quién predomine, así será la inclinación de nuestra vida y el carácter de nuestras acciones.
Ocuparse de la carne es muerte, porque nuestra mente está dominada por impulsos que no son de Dios, no se sujeta a la Palabra de Dios y tampoco puede agradarlo. En cambio, ocuparse del Espíritu es permitir que reinen la gracia y la justicia en nosotros, renovar nuestra mente centrados en el Espíritu y disfrutar de vida y paz.
Dejemos que el Espíritu Santo se mueva en nosotros, Que arda su fuego en nuestro interior, que haga en nosotros lo que Él quiera hacer y transforme nuestras vidas. Oración.
Señor Jesucristo, desde el momento en que puse mi confianza en ti, como mi Señor y mi Salvador, tu Espíritu vino a morar en mi corazón como lo prometiste. Gracias porque ahora puedo vivir mi vida espiritual con tu guía, tu ayuda y actuar bajo tu dirección. Sigue renovando mi mente para obedecer tu Palabra y agradarte en todo. Gracias a tu Santo Espíritu puedo servirte y hacer tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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