Hambre y sed de la Palabra de Dios.
“He aquí vienen días,
dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de
pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”. Amós 8:11
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6
El hambre más grave de la humanidad no se satisface con pan
y carne, es el hambre y la sed espiritual. Estamos en tiempos, donde muchos
desean una palabra genuina de Dios, para guiar sus vidas, pero no la encuentran
porque no saben dónde hallarla y se refugian en falsas religiones, sectas e
ídolos que nunca podrán satisfacer su necesidad espiritual. Buscan santuarios
humanos y hacen peregrinajes tratando de hallarlo, pero no lo van a encontrar
porque como dice Hechos 17:13, Él no habita en templos hechos por manos
humanas, Él mora en aquellos que le han creído.
En tiempos de Amós, el Señor le habla a Israel diciéndole
que vendrá un tiempo donde tendrán sed de oír su Palabra. Su pueblo era una
nación privilegiada porque se había fundado sobre la Palabra de Dios y Él les
había ordenado y enseñado todo: cómo buscarlo, vivir, comer, vestirse, tratar a
los ancianos, a los enfermos, a los extranjeros, etc. Y de pronto, por su
dureza de corazón y su idolatría con otros dioses se apartaron del Dios Vivo.
¡Y ahora, no tenían nada! Dios había retirado su consejo, su enseñanza, su
Palabra.
Cuando nos alejamos de Dios, vendrá la sed espiritual, no
habrá ninguna Palabra para nosotros. El Espíritu Santo se contrista y se apaga
y no podemos recibir su dirección. Cuando sintamos ese abandono, es cuando
debemos reaccionar, arrepentirnos y volver al Dios Vivo. Anhelemos tener hambre
y sed de justicia, sed de Dios, de que nos hable, anhelemos que se cumpla su
Palabra, que se haga su voluntad en esta tierra y clamemos como el salmista:
“Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré
delante de Dios?” Salmo 42:2.
Si decidimos buscarlo de corazón lo hallaremos. Así dice
Jeremías 29:12-13 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os
oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón” Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por quitar el abismo que me
separaba del Padre, con tu muerte en la cruz, por abrir ese camino para llegar
a Él. No quiero perder mi comunión contigo ni un solo día de mi vida, tengo
hambre y sed de ti, de tu consejo, tu enseñanza y tu dirección. Te amo Señor.
Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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