Cuando nuestra fe se convierte en una semilla.
“Y reprendió Jesús al
demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.
Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no
pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os
digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate
de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Mateo 17:18-20
Dios tiene una manera de resolver nuestros problemas y todo
depende de cómo nuestra fe se convierte en una semilla. En esta analogía cuando
sembramos una semilla, Dios cambia su naturaleza, de modo que llega a ser una
planta, el poder de la vida surge en esa tierna y joven matica, de manera que
una gruesa capa de tierra no impide que brote y crezca.
Jesús dice que nuestra fe en Dios es como una semilla.
Cuando ponemos nuestra fe en acción es cuando depositamos en el Señor toda
nuestra confianza, nuestra situación toma una naturaleza totalmente nueva y se
convierte en un milagro en potencia. ¿Cuál es el monte que debemos remover en
nuestra vida? ¿La soledad, pérdida de un trabajo, una enfermedad, una relación
rota, dificultades en el hogar o alguna otra cosa?
Romanos 12:3 nos dice que todos poseemos una medida de fe y
no importa que tan pequeña pueda ser, debemos usarla. Esta fe cobra vida al oír
la Palabra de Dios. La fe crecerá en la medida que nos alimentemos de su
Palabra, y sólo así el Espíritu Santo transformará radicalmente nuestra manera
de pensar y comenzaremos a declarar las promesas de Dios.
Poner nuestra fe en acción es apropiarnos de sus promesas,
hablándole a ese obstáculo o monte para que se quite del medio y poder observar
cómo actúa Dios. Lo que humanamente se nos vuelve imposible de manejar, sólo
Dios lo puede resolver y lo hará con el creyente que se deleite en su Palabra,
que conoce cuál es la potestad, poder, voluntad, propósito y provisión de Dios
para su vida y que ora de acuerdo a la voluntad de Dios. Como dice Mateo 10:1
“Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus
inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda
dolencia”.
Orar por un milagro constituye una invitación al Espíritu
Santo para que se manifieste al utilizar y declarar las promesas de Dios sobre
nuestras vidas. Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por todas las cosas buenas que
has preparado para mí, por darme una medida de fe que es la llave que libera
los recursos del cielo para enfrentar cualquier situación de mi vida. Ayúdame a
mantener mi fe viva y activa confiando en tus promesas y llamando las cosas que
no son como si fuesen. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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