DIOS NOS DA SU ESPÍRITU
"respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os
bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de
desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y
fuego", Lucas 3:16
"Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar
con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece
sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado
testimonio de que éste es el Hijo de Dios", Juan 1:33-34
Juan Bautista empieza su ministerio hablándoles de
purificación a las multitudes que iban a bautizarse. Lo que él hacía era una simple
ceremonia de bautismo de lavamiento para el arrepentimiento de los pecados.
Reconocía el poder y la autoridad de Jesús sobre él, tenía un espíritu de
servicio humilde, magnificando el poderío de Cristo.
Juan sumergía a las personas que mostraran evidencia de
haber confesado sus pecados para perdón, aquellos que habían tomado la decisión
de dejar la adoración a los ídolos para reverenciar al único y verdadero Dios,
por eso aclara que él no es el Cristo, que hay uno que viene detrás de él que
es más poderoso, más santo y más glorioso, que bautizará con Espíritu Santo y
fuego, un poder sobrenatural capaz de consumir el interior de los seres
humanos.
Somos hechos de nuevo cuando somos bautizados con el
Espíritu Santo. Cuando venimos a Cristo y nos convertimos, Dios nos da su
Espíritu y somos incorporados al cuerpo de Cristo, y le pertenecemos. Romanos
8:9b “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.
Juan Bautista proclamó la doble misión de Cristo: primero
como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y segundo su ministerio
por medio del bautismo con el Espíritu Santo, que ocurrió 50 días después de su
resurrección. Diez días después de la ascensión vino el Pentecostés, se había
cumplido la promesa de Juan 16:7 “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo
me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me
fuere, os lo enviaré”.
Desde aquel día, el Espíritu Santo ha morado en el corazón
de los verdaderos creyentes y nos une por la simple acción de su presencia en
el cuerpo místico de Cristo, que es la iglesia. Hemos recibido un inmerecido y
no ganado don de gracia, para poder vivir la vida cristiana con su dirección,
pues como dice Romanos 8:14 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu
de Dios, éstos son hijos de Dios”.
El Señor nos dio su Espíritu para limpiar y purificar
nuestros corazones, pidámosle que con su fuego borre la escoria que hay dentro
de nosotros para ser moldeados y hacernos nuevas criaturas. Ya tenemos su
Espíritu, ahora procuremos estar siempre llenos y controlados por Él,
experimentando su plenitud. Oración.
"Amado Jesús, gracias por tu obra perfecta en la cruz
para remisión de mis pecados, por el regalo más precioso que me has dado y es
la presencia de tu Santo Espíritu en mi corazón desde el día en que te recibí
como mi Dios y mi Salvador, por incorporarme a tu cuerpo que es la iglesia y
saber que te pertenezco. Ayúdame a vivir siempre en tu plenitud. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para
ese propósito.
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