Filipenses 4:11-13
No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a
contentarme cualquiera sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.
Es fácil pensar que algo nos pertenece. Pensamos que nuestro
trabajo nos pertenece, nuestra pareja, nuestro dinero, nuestra salud, nuestra
vida en general. Probablemente se deba a la costumbre que genera el día a día y
simplemente damos por hecho que si el día de hoy me fui a dormir con x y z pues
mañana también tendré x y z. Justamente aquí es donde entra la zona de
conflicto entre Dios y nosotros. El Señor nos dice que somos administradores de
lo que Él nos da pero en realidad todo le pertenece a Él y no a nosotros.
Leíste bien. Todo le pertenece a Él. ¿Acaso decidiste cuándo y cómo nacer?
¿Pudiste opinar sobre el color de tus ojos? ¿Puedes decidir cuándo enfermarte?
Así la lista continúa. No podemos decidir cuántos hijos tener. No podemos
decidir dónde vivir. Realmente no podemos decidir nada por nuestra propia
cuenta. Tal vez estás entrando en confusión con lo que acabas de leer. No te
desesperes y sigue leyendo. La verdad es que nosotros podemos decidir vivir en
tal o cual lugar, pero si el Señor no lo quiere así, simplemente no sucederá.
Hay personas que perdieron a sus hijos a muy temprana edad. ¿Pudieron decidir
algo al respecto? No. Hay personas que de un día para otro pierden su trabajo o
su negocio deja de funcionar. Varios años le dedicaron. Muchas noches se fueron
a dormir y al día siguiente fue lo mismo. Hasta que un día, todo cambió. Esto
es lo que nos está diciendo Pablo que ha vivido. Él perseguía a los cristianos.
Buscaba acabarlos. Tenía un trabajo, tenía lujos y placeres. Cada noche se
acostaba y al día siguiente hacía lo mismo. Pero un día, todo cambió. Tuvo su
encuentro con Dios y nada fue igual. Ahora estaba encarcelado injustamente.
Había sido ya golpeado, atravesaría naufragios, sería lapidado hasta ser
considerado muerto entre muchas otras cosas. Pero finalmente decidió tener
contentamiento y paz a través de Cristo en quien todo lo podemos. Así también
tú y yo debemos decidir hoy. Decidir por vivir agradecidos. Decidir por vivir
obedeciendo y sirviendo sin importar que haya abundancia o escasez. Vivir para
Cristo con hambre o con un banquete cada día. Sea cual sea tu situación, el
entregar tu vida al Señor no debe depender de las circunstancias. Ahora, ¿esto
quiere decir que no tendrás tristezas ni te sentirás abatido? No. Todo lo
contrario. No conozco a nadie que haya perdido su trabajo o no tenga que comer
que no se sienta mal. La diferencia está en entender que podemos seguir
adelante pues el Señor es quien nos fortalece y no las circunstancias. ¿Lo
puedes ver? Allá afuera quieren hacerte creer que tu cuenta de banco, tu casa,
tu trabajo y otras cosas materiales te dan dirección y fuerza para avanzar. El
problema llega cuando todo esto se viene abajo. ¿Cómo seguir? ¿Por qué crees
que hay millonarios que se suicidan? Es difícil vivir entregado al Señor y
poder decir las palabras que Pablo dice, pero no es imposible. De hecho,
tenemos prácticamente la batalla ganada pues el Señor es quien hace todo el
trabajo. A nosotros nos corresponde entregarnos. Rendirnos. Humillarnos y
dedicarnos a glorificarle.
Oración
Padre: definitivamente tenía mi fortaleza y esperanza puestas
en los lugares equivocados. Pensaba que yo decidía, que merecía y además que me
pertenecían tantas cosas y hoy entiendo lo equivocado que estaba. Realmente
todo te pertenece. Señor perdóname. Guíame en tu camino. Fortaléceme pues
quiero seguirte y debo cambiar mi forma de pensar y de actuar. Te entrego mi
vida y te pido que pueda vivir en obediencia y servicio a Ti, siempre
agradecido y gozoso a través de la fuerza que Cristo me da. Te lo pido en el
nombre de Jesús. Amén
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