2 Timoteo 3.14-17
Desde las primeras palabras de Génesis, hasta las últimas de
Apocalipsis, toda la Biblia es divinamente inspirada. El Todopoderoso se nos
revela por medio de su Palabra. Él también dice que ella es útil para enseñar,
redargüir, corregir y prepararnos para lo que enfrentaremos en la vida (2 Ti
3.16, 17). Ningún otro libro tiene tanto valor en la vida.
El Antiguo Testamento nos da a conocer la naturaleza, la
voluntad y el poder de Dios; sienta las bases para que podamos comprender la
santidad del Señor, y revela la urgente necesidad que tiene la humanidad de un
Salvador.
El Nuevo Testamento declara que Jesús se convirtió, por su
sacrificio, en nuestro “puente” al Padre (Jn 14.6). Sus escritos explican por
qué debemos tener fe en Cristo para salvación, cómo vivir como hijos de Dios, y
qué podemos esperar en esta vida y después de la muerte.
Efesios 6.13-17 compara a la Palabra de Dios con una
armadura, y por una buena razón: en la batalla de la vida, tenemos un enemigo
real que quiere destruirnos. Pero el poder de Dios es más grande (1 Jn 4.4), y
el “vestirse” para la guerra prepara cada día a los hijos del Señor para las
tentaciones, las mentiras y las decisiones que enfrentarán.
La Palabra debe emocionarnos, porque es la única esperanza
para la humanidad, y la sola enseñanza que conduce a la victoria, tanto en la
vida como después de la muerte. La Biblia advirtió que muchas personas
rechazarían la verdad, y un vistazo a nuestra sociedad demuestra que es así. No
caiga usted en la misma trampa. Medite cada día en las Sagradas Escrituras, y
pídale a Dios que le hable. La vida sin la verdad de Él está destinada al
fracaso.
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