Hebreos 11.32-40
La purificación de nuestra fe
Aunque a la mayoría de nosotros nos encantaría tener la
heroica fe de las personas mencionadas en Hebreos 11, pocos estamos dispuestos
a pasar por el proceso que Dios utiliza para desarrollar esa clase de
confianza. Nos encanta leer sobre los grandes logros y victorias de quienes
confiaron en el Señor, pero nos acobardamos por lo que dice Hebreos 11.36-38.
Ninguno de nosotros quiere pasar por esas terribles situaciones, pero la
adversidad es la manera que Dios utiliza para purificar nuestra fe.
Imaginemos al Señor como un experto escultor de pie ante un
bloque de mármol. ¡Ese bloque es usted! Imagínese la obra de arte escondida
dentro de la roca, y a Él quitando amorosa y cuidadosamente todo lo que no
encaja con la obra maestra que está creando.
Una de las primeras cosas de la que se ocupa el Señor es
nuestro carácter. Su propósito es conformarnos a imagen de su Hijo, y hay
algunos rasgos y actitudes que deben ser quitados para que Dios haga su tarea.
Su cincel deja al descubierto raíces de pecado y egoísmo.
Cuando algo o alguien se vuelve más importante para nosotros
que el Señor, tenemos un ídolo en nuestra vida. Para protegernos, Dios utiliza
la adversidad con el propósito de quitarnos todo aquello en que hayamos
confiado, de modo que nos aferremos a Él solamente.
El cincel duele; a veces se siente como si Dios estuviera
quitando todo lo que valoramos. A menos que usted entienda el propósito del
Señor, pensará que Él es cruel. Pero si confía en Él y se rinde a su moldeadora
herramienta, su fe será purificada y fortalecida por la aflicción.
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