El joven rico
¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que
tienen riquezas!
Lucas 18:24
Cuando el joven rico le preguntó a Jesús respecto a la
salvación, nuestro Señor probó de inmediato su disposición a dejarlo todo y a
seguirl "vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro
en el cielo; y ven, sígueme" (Lc. 18:22). Cuando el joven rico no prestó
atención a las palabras de Jesús, demostró que no estaba dispuesto a someterse
al señorío de Cristo.
El que quiera aceptar la salvación debe rendir el control de
su vida al Salvador. Eso significa estar dispuesto a abandonarlo todo para
seguirlo, o estar contento con todo lo que le ha dado, sabiendo que puede
soberanamente darle más cuando le sirve.
La salvación es cambiar todo lo que usted es por todo lo que
Cristo es. Por lo tanto, la fe salvadora no es simplemente un acto mental; ella
calcula el costo (Lc. 14:28) y humildemente clama a Dios como hizo el publicano
en Lucas 18:13: "Dios, sé propicio a mí, pecador".
¿Tiene usted en cuenta el costo hoy y todos los días?
Dependencia como la de los niños
Si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el
reino de los cielos.
Mateo 18:3
Mientras hablaba de la genuina salvación, Jesús hizo una
apropiada comparación con las características de los niños. Para ser salvo,
usted debe ir a Cristo con la actitud dependiente y la perspectiva de un niñ
sencillo, indefenso, confiado, sincero, sin pretensiones y sin ambiciones.
No es que los niños no tengan pecado, sino que son cándidos y
modestos, dependientes de los demás y libres de egoístas reclamos de grandeza.
Se someten al cuidado de sus padres y de otros seres queridos, dependiendo de
ellos para que satisfagan todas sus necesidades. Esa es la actitud humilde y
dependiente que debe tener todo el que procure entrar en el reino de
Jesucristo.
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