Isaías 41.10-13
Un creyente es cautivo del temor si decide serlo. Algunas
personas organizan su vida (o al menos partes de ella) evitando ideas o
situaciones que les producen ansiedad. Pero los cristianos no debemos vivir en
esa esclavitud, porque la confianza en Dios es la clave para estar libres de
ataduras.
En algún momento u otro, la inquietud entra en la vida de
todo creyente, pero ella no debe quedarse allí mucho tiempo. Para enfrentar
nuestro temor y vencerlo, necesitamos primero reconocer su presencia. Si
ignoramos la ansiedad o tratamos de esquivarla es posible que nos apartemos de
la voluntad de Dios.
Tras haber reconocido que sentimos temor, lo siguiente que
debemos hacer es identificar la naturaleza de ese temor. A veces nos sentimos
ansiosos sin saber exactamente por qué, pero el Espíritu Santo puede indicar lo
que nos mantiene cautivos.
El tercer paso es iniciar el proceso de derrota del temor en
nuestra vida. Y no hay mejor herramienta para romper las cadenas, que la
“espada del Espíritu”: la Biblia (Ef 6.17). La Palabra de Dios habla a nuestros
temores individuales. Utilice una concordancia para encontrar ayuda práctica y
específica. O, para un aliento más general, busque Isaías 41.10. Esta es una
promesa muy importante y, por eso, un versículo útil para memorizar.
Cuando me siento ansioso, voy a Isaías 41.10, y le digo a
Dios: “Esto es lo que dijiste, y lo creo porque nunca mientes. Así que confiaré
en Ti, Señor, para que intervengas en esta situación”. Confiar en Dios es la
única manera de ser libre del temor.
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