Tipología de Cristo y los diez mandamientos.
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están
bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en
todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” Gálatas 3:10
“No tendrás dioses ajenos delante de mí.
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté
arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la
tierra.”, Éxodo 20:3-4
Así como Dios liberó al pueblo de Israel y les dio los diez
mandamientos, nosotros en Cristo somos liberados para cumplir o acceder a 10
principios de libertad y solo un libertador que los cumplió puede llevarnos a
acceder a ellos, pues Cristo cumplió perfectamente la ley de Dios, la cual no
solo incluía los mandamientos sino las leyes ceremoniales que se debían
realizar al transgredir aunque sea uno solo de ellos. Eran un todo integral.
Cristo cumplió perfectamente los 10 mandamientos y con su
muerte vino a cumplir toda la ley, pues la justicia de Dios vino sobre Cristo
para pagar por nuestros delitos, que en esencia eran la transgresión de la ley
(1 Juan 3:4) y al cumplirlos reflejó el carácter del Padre pues: “el cual no
hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;” (1 Pedro 2:22). Se atestigua
también el hecho que Cristo también es nuestro sumo sacerdote sin mancha y sin
pecado: “Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos;” (Hebreos 7:26)
Así como el pueblo de Israel falló en cumplirlos, nuestra
naturaleza pecaminosa, no nos permitía observar estos mandamientos, revelando
un diagnóstico interior: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad
contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden;”
(Romanos 8:7) y por lo tanto no podíamos acceder a la bendición. Entonces
Cristo, nuestro libertador nos liberó de la maldición por no cumplir la ley:
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,
pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas
escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas 3:10)
Qué maravillosa noticia todo lo que el libertador de nuestras
almas realizó, Oración.
«Padre, Cristo me liberó de la maldición de la ley y del
pecado, me libró de la esclavitud para ahora vivir una vida a tu servicio, con
sentido y propósito, una vida nueva con un corazón lleno de la obediencia de
Jesús por el poder de tu amor derramado en mí. En el nombre de Jesús, amén
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