¿Cómo manifiesto mi riqueza interior? Parte 1
“Para que sean consolados sus corazones, unidos en amor,
hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el
misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los
tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” Colosenses 2:2-3
Para responder esta pregunta tan importante, primero debemos
responder cuál es la riqueza interior y un pasaje de la Biblia nos responde con
exactitud este cuestionamiento: “para que sean consolados sus corazones, unidos
en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de
conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.” (Colosenses 2:2-3)
El pasaje anterior menciona “las riquezas de pleno
entendimiento” y esto explica que la riqueza interior verdadera proviene de
nuestras convicciones, porque en qué o en quién crees determina lo que eres, la
riqueza real no es lo que posees (material) sino lo que eres, y lo que eres es
determinado o influenciado directamente por aquello en lo que colocas tu
convicción, pues finalmente esto moldea tu manera de pensar y tus acciones
serán guiadas por lo que guardas en tu corazón.
Una creencia correcta te dará un tesoro no perecedero y un
fruto bueno, más una creencia incorrecta dará un tesoro falso y un fruto
podrido. Pero ¿cómo sé que tengo la creencia correcta? La Palabra de Dios
revela, en este mismo pasaje de Colosenses, que el misterio de Dios, escondido
desde el principio de los tiempos pero revelado ahora, para nuestra libertad y
salvación es Cristo mismo “en quien están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y del conocimiento”.
Conocer a Cristo es conocer la verdad que nos hace
verdaderamente libres, tener un encuentro con Cristo es finalmente hallar la
respuesta a la pregunta más importante de todas: ¿para qué estoy en este mundo?
porque entre más lo conozco a él más me conozco a mí mismo, más le hallo
sentido a mi vida y más puedo mostrar en mi vida su amor, porque su amor es la
riqueza interior que puedo reflejar al mundo entero. Oración.
«Padre, te alabo porque me has dado la mayor riqueza que
existe, la de tener a Cristo en mi corazón, con él lo tengo todo y sin él no
tengo nada, anhelo profundamente entender y reflejar este amor para gloria de
tu nombre, amén.
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