¿Cómo manifiesto mi riqueza interior? Parte 2
“a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria
de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria” Colosenses 1:27
Qué hermoso pasaje el que hoy nos confirma la riqueza
interior que podemos reflejar al mundo entero, Cristo en nosotros. Y para
afianzar esta verdad, debemos reflexionar en dos cosas determinantes para cada
uno de nosotros:
Para acceder a las riquezas de Cristo y disfrutarlas
plenamente debemos morir a nosotros mismos, entregarnos por completo a Cristo y
a su Palabra de verdad: “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida
con Cristo en Dios.” (Colosenses 3:3). Si estamos en la fe tenemos la seguridad
que lo anterior sucede en nosotros, porque es algo que se perfecciona a diario.
Cristo por fe habita en nuestro corazón y esto es
determinante, él no habita en templos hechos por manos humanas, ni tampoco está
en un lugar lejano, ahora habita en nuestro interior, somos templo de aquel que
murió por nuestros pecados y resucitó para darnos nueva vida: “Por esta causa
doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma
nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a
las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior
por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin
de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender
con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para
que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:14-19).
Cristo está en ti, es la mayor riqueza que puedes tener y
estás llamado a reflejar su amor. Que esta verdad sea la que todos los días te
dé el ánimo para levantarte y motivarte a vivir para su gloria. Oración.
«Padre, en Cristo lo tengo todo y sin él mi vida carece de
sentido, aun si tengo lo material y no tengo su amor sería yo desventurado y
muerto en vida, pero por medio de la fe ahora tengo toda la riqueza espiritual
más grande y verdadera que puedo disfrutar para vivir una vida en abundancia,
todo por tu gracia en el amor de Cristo, amén
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