Se trata de Cristo. Parte 2
“Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del
cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para
que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día prepararán para
guardar el doble de lo que suelen recoger cada día.”, Éxodo 16:4-5
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno
comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la
cual yo daré por la vida del mundo.”, Juan 6:51
Otro ejemplo del tipo y antitipo es el maná, el cual era un
alimento que Dios enviaba para ser tomado diariamente, solo la porción
necesaria para cada quien; este antitipo es revelado por Cristo, pues él dice
acerca de si mismo: “Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio
Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo, Porque
el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.” (Juan
6:32, 33) y además confirma diciendo: “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron
el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo,
para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del
cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré
es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.” (Juan 6:48-51)
Así que entendemos claramente la revelación que también
Cristo se presenta como ese maná, pero el verdadero y que también se presenta a
sí mismo como el pan de vida, que debemos comer.
¿Qué aplicación práctica podemos tomar de este conocimiento
profundo de su Palabra? Así como Israel recogía el maná a diario, nosotros a
diario necesitamos de Cristo, para ser verdaderamente alimentados y
fortalecidos espiritualmente, pero además Cristo y la Palabra de Dios están
íntima y estrechamente relacionados pues comer el pan, también representa comer
su Palabra, pues Jesús nos enseña en Juan 6:63 que: “El espíritu es el que da
vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son
espíritu y son vida.”, en todo el contexto de este último versículo Jesús había
estado enseñando acerca de la necesidad de comer su carne para dar a revelar a
los creyentes la necesidad de aceptar su Palabra en nuestras vidas, pues él
mismo es la palabra encarnada. El verbo que se hace carne y es necesario que
aceptemos su sacrificio para tener vida eterna (Juan 6:56-58, Juan 1:14).
En conclusión, necesitamos alimentarnos diariamente de su
palabra para permanecer en él y ser fortalecidos en el hombre interior.
(Efesios 3:16) Oración.
«Señor Jesús, tú eres mi alimento esencial y verdadero, que
sostiene y llena todo mi ser, me fortaleces en tu Palabra para vivir con
esperanza, gozo y paz, para hacer la voluntad del Padre viviendo cada día
guiado por tu Espíritu. Amén
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