La liberación
“Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo:
Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad
un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad
el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno
de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová
pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los
dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en
vuestras casas para herir.”, Éxodo 12:21-23
“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente
libres.”, Juan 8:36
Hemos visto en los devocionales anteriores que el pueblo de
Israel estaba esclavizado en Egipto bajo el poder del faraón (Éxodo 1:13-14), y
esto representaba a la humanidad esclavizada al pecado y bajo el dominio de
Satanás. (Romanos 6:20-23, Hebreos 2:14-15) y así como Moisés fue levantado
como el líder que liberó a Israel, Jesús es el Salvador que nos libera del
pecado, haciéndonos verdaderamente libres (Éxodo 3:10, Juan 8:36).
Durante la Pascua, los israelitas, por mandato de Dios
sacrificaron un cordero para protegerse de la última plaga, y podemos ver en el
nuevo testamento que el cumplimiento de este tipo es Jesús, que es el Cordero
de Dios, cuyo sacrificio nos salvó del pecado. (Éxodo 12:21-23, Juan 1:29,
Hebreos 9:14)
Cuando el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo, dejando Egipto
atrás y comenzando su camino hacia la libertad se está mostrando este tipo o
figura del bautismo venidero en Cristo, pues nosotros al creer en Jesús somos
sumergidos en él, y pasamos de la esclavitud del pecado a una nueva vida en
Cristo. (Éxodo 14:21-22, 1 Corintios 10:1-4, Romanos 6:4).
Pero un hecho trascendental fue que Dios al liberarlos les
entrega 10 mandamientos, diciéndoles antes de entregarlos: “Yo soy Jehová tu
Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”(Éxodo
20:2), se identifica como el Dios de Israel y como el libertador del pueblo
para luego entregarle los mandamientos que los diferenciaría de otras naciones
y les daría la bendición necesaria y abundante para que cuando estuvieran en la
tierra prometida prosperaran, fueran una nación poderosa y no fueran derrotados
por sus enemigos.
El practicar estos diez mandamientos los libraría de las
prácticas abominables y autodestructivas de otras naciones, tendrían una
relación con Dios que se entendería o se reflejaría en una relación con los
demás. Oración «Padre, estaba esclavizado en el Egipto del
pecado, bajo el dominio del enemigo, llevado por lo que el mundo hacía y
sintiéndome solo y vacío, pero tú enviaste a Cristo a liberarme pagando un
altísimo precio en la cruz, hoy me rindo ante ti y te adoro por tan inmensa
libertad, en el nombre de Jesús. Amén.
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