El Amor hecho Carne
“Y aquel
Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14
“Amados,
amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido
de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es
amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a
su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” 1 Juan 4:7-9
Si pensamos
en la navidad, reflexionando en lo que pasó aquella noche especial y única que
inspira esta época del año, la noche en la que el Hijo de Dios, el Amor mismo
se hizo carne, nos sorprenderemos en gran manera, pues ese pensamiento nos
dejará admirados, ya que pensar que El único Dios verdadero, quisiera hacerse
hombre, viniendo a este mundo en el cuerpo de un frágil bebe, es
extraordinario.
Y ver que el
propósito por el cual el Hijo de Dios, Jesucristo, vino al mundo, es más
sorprendente, pues saber que Dios quisiera nacer en un humilde pesebre
conociendo que su propósito era vivir para enseñarnos un camino más excelente:
el camino del amor; para terminar en una cruz, precisamente como sacrificio de
amor por una humanidad perdida por causa del pecado, es conmovedor y
estremecedor.
1 Corintios
13:4-7 dice que “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el
amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”, y
este es el amor con el cual Dios nos pide amar. Gloria a Dios por Jesucristo,
pues gracias a Él ya podemos amar de esta manera.
Así como el
Amor mismo se hizo carne, mostrando su gloria, lleno de gracia y de verdad,
cada creyente por la fe depositada en Jesús, puede experimentar también la
personificación del amor en su vida, pues ese regalo de amor que se dio a la
humanidad envuelto en pañales, se le da al creyente por el Espíritu Santo quien
derrama el amor de Dios en su corazón, para así poder amar a Dios y amarnos
unos a otros como Él nos ha amado. Oración.
«Espíritu
Santo, gracias porque tú me ayudas a cumplir lo que mi Salvador Jesús me ha
pedido, primero Amar a Dios sobre todas las cosas, con todo mi corazón, con
toda mi alma, con toda mi mente y con todas mis fuerzas y al prójimo como Él me
ha amado, gracias porque para lograrlo has derramado tu amor en mi corazón.
Amén.
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