La fe el
ancla de nuestra vida
“Sadrac,
Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario
que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos
puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.
Si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la
estatua que has levantado. Daniel 3:16-18
Muchas veces
pensamos que la fe es dada solo para obtener lo que deseamos, pero en realidad
es otorgada para mucho más que eso, para poder alcanzar lo que Dios desea para
nosotros, que siempre será mucho mejor que lo que nosotros podamos anhelar.
Sadrac,
Mesac y Abed-nego sabían muy bien esto, pues sus palabras mencionadas al rey
Nabucodonosor dejan ver cuánta fe tenían en Dios, pues estaban seguros que el
verdadero Dios, a quien ellos servían continuamente podía librarlos del horno
de fuego ardiendo y de la mano del rey.
Pero lo más
sorprendente de este relato es que ellos sabían que aun si Dios no los librara,
no sería porque no pudiera, pues sabían que él era todopoderoso para hacerlo,
sino porque esa sería su voluntad, y confiaban en ello, a tal punto, que
preferían morir antes que servir a los dioses falsos del rey o adorar a su
estatua.
La fe
depositada en Dios fue la que mantuvo a estos jóvenes firmes frente al rey para
no pecar, ellos depositaron su fe en Dios, y Dios los salvó haciendo un
milagro, protegiéndolos de las llamas del horno ardiente como se puede leer en
Daniel 3:19-28.
Su fe, fue
esa ancla que no permitió que sus vidas se perdieran y accedieran a las
peticiones del rey. El resultado, su fe los acercó a Jesús, quien caminó con
ellos en el horno de fuego, librándolos de la muerte, además este milagro
sirvió de testimonio tanto al rey como al pueblo de ese tiempo, y aún hoy, para
conocer el poder de Dios
Por eso, la
fe debe ser para nosotros los creyentes, lo que un ancla es para un barco, una
ayuda para mantener la nave, es decir nuestra vida, firme y segura mientras
alguna tormenta nos golpee, para no ir a la deriva, para no perdernos y para
permanecer confiados. Oración.
«Padre
Todopoderoso, te pido en el nombre de tu Hijo Jesús me ayudes a tener una fe
firme, que como un ancla me permita permanecer aferrado a tu amor y tu verdad,
para soportar cualquier tormenta que pueda tener en esta vida, gracias por tu
Espíritu Santo que me recuerda tus promesas y me fortalece en la prueba. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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