Un amor
envuelto de esperanza: El niño Jesús
“Y dio a luz
a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,
porque no había lugar para ellos en el mesón…Esto os servirá de señal:
Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.” Lucas 2:7,12
Todo lo
relacionado con nuestro Señor Jesucristo trae al ser humano fe: su nacimiento,
obra, muerte y resurrección muestran el amor de Dios para con una humanidad
caída, sedienta de esperanza.
Cada momento
crucial en la vida del Salvador nos deja ver ese rayo de esperanza, por
ejemplo, cuando es la hora del nacimiento del Hijo de Dios, el cielo y la
tierra celebran, los ángeles y los pastores se alegran, glorificando y alabando
a Dios, pues el salvador ha nacido, como lo podemos leer en el evangelio de
Lucas capítulo 2 versículos 11, 13, 14 y 20.
El
nacimiento de Jesús, es la promesa cumplida, el mesías ha llegado, pero tal vez
no de la manera esperada, no entre lujos, ni en medio de un gran palacio, sino
más bien, en un humilde pesebre, pero eso sí con los mayores cuidados y
muestras de amor.
Dios se
encargó que quedara registrado el hecho de que María su madre lo hubiera
envuelto en pañales y lo acostara en un pesebre, este acto que sirvió de señal,
nos indica el gran amor de María por su Hijo y su Salvador; en las costumbres
del medio oriente de la época de Jesús era común envolver a los recién nacidos
en telas, para brindarles protección, seguridad, calor y comodidad, lo cual nos
permite ver cómo el Rey de reyes decidió venir y pasar por las mismas
necesidades que la mayoría de mortales, mostrándose cercano a todo aquel que
por la fe quiera venir a Él.
Con la
llegada del Salvador y la promesa cumplida se le da a la humanidad más motivos
para vivir vidas con sentido y propósito, pues que Dios se haya hecho hombre, y
haya sido envuelto en pañales, debe dejarnos ver el regalo de Dios para la
humanidad, un regalo lleno de amor: el amor mismo envuelto en esperanza. Oración.
«Señor
Jesús, como aquellos ángeles y aquellos humildes pastores que presenciaron tu
nacimiento, hoy quiero alabarte y exaltarte por tu gran amor, ese amor que trae
esperanza a mi vida, ese amor que el Padre Dios muestra al mundo dando a su
propio Hijo, y que en esta temporada recordamos con alegría. Gracias Padre por
tu regalo de amor envuelto de esperanza. Amén.
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