La verdadera fe produce esperanza
“Y él se
apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas
oró, diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi
voluntad, sino la tuya.” Lucas 22:41-42
“Puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2
Como vimos
en el devocional de ayer, la fe verdadera le sirve al creyente como un ancla
para permanecer firme en sus convicciones y no ceder ante las tentaciones o las
dificultades que en el mundo se pueden encontrar; pero la verdadera fe también
nos ayuda a tener esperanza, pues al llevarnos a Jesús, nos conduce
directamente a Dios, la persona más confiable.
Esto lo tuvo
muy claro Jesucristo en su caminar por este mundo, pues en la prueba más
difícil que le tocó soportar, ir a la cruz, su confianza en Dios fue la que le
permitió permanecer firme. En su humanidad le oró al Padre que si era posible
pasara esa copa, pero también le dijo que se hiciera la voluntad de Dios y no
la suya.
Es
maravilloso darnos cuenta que cuando nos acercamos a Dios depositando nuestra
fe en Él, Él mismo nos ayuda y fortalece, así su respuesta no sea la que
nosotros esperamos. Su propio Hijo Jesucristo, tuvo que soportar beber esa copa
que él pedía no se le diera, pero su Padre no se quedó cruzado de brazos, en
medio de esa situación angustiante, le envió un ángel para fortalecerlo (Lucas
22:43).
Jesús tenía
una esperanza muy grande pues confiaba en su Padre, por eso dice Hebreos 12:2b:
“el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Ese gozo era producido por
la esperanza de que gracias a la fe en Él la humanidad podría obtener
salvación.
Si
depositamos nuestra fe en Dios, podemos estar seguros que al igual que el Padre
hizo con Jesús hará con nosotros, es decir, nos fortalecerá y nos dará
esperanza, pues la escritura dice: “porque todas las promesas de Dios son en él
Sí, y en él Amén.” 2 Corintios 1: 20a. Oración.
«Padre Fiel,
gracias porque en ti puedo confiar, pues en ti no hay ni siquiera sombra de
variación, siempre eres el mismo y lo que dices lo cumples, gracias por tus
promesas que traen a mi vida esperanza, que tu Santo Espíritu me recuerde
siempre tu verdad, Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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