Perfecta obediencia
“Entonces
vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él
le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús
dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra
a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le
dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le
dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres,
y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se
fue triste, porque tenía muchas posesiones.” Mateo 19:16-22
La perfecta
obediencia a la ley concedería vida, “El hombre que haga estas cosas, vivirá
por ellas.” (Romanos 10:5b), sin embargo, ningún hombre puede cumplir la ley en
su totalidad o en sus demandas de integridad moral, debido a la naturaleza de
pecado que heredamos de Adán (Romanos 3:10-12).
Jesús no
vino a abolir la ley, sino a cumplirla (Mateo 5:17), y aprovecha la ley, como
en el caso de este Joven, para escudriñar nuestra conciencia, a fin de revelar
el pecado que mora en nosotros y la imposibilidad de ser justificados por medio
de hacer las obras que demanda la ley (Romanos 3:19-20).
Por esto el
Señor Jesús le menciona los mandamientos que tienen que ver con nuestro trato
hacia los demás (Éxodo 20:12-16), y también le recuerda el segundo gran
mandamiento del amor (Mateo 22:39), el joven responde que los ha practicado desde
su juventud, sin embargo cuando el Señor Jesús le pide que se despoje de todo y
lo siga, se revela realmente la condición de este Joven: el apego idólatra a
sus posesiones (Mateo 6:24), así que realmente no amaba más a Dios que a sus
riquezas. Si no amaba a Dios, ¿cómo podía amar a los demás?, se denota su
infracción al décimo y al mayor mandamiento (Éxodo 20:17, Mateo 22:37).
Pero gracias
a Dios por Cristo, que con su muerte pagó nuestra deuda, derivada de nuestro
imcumplimiento a las justas demandas de la ley (Colosenses 2:14), y nos ha dado
de su favor inmerecido, para que seamos declarados justos delante de Dios y
podamos tener una obediencia perfecta por su gracia; porque el Señor inició una
obra que va perfeccionando en nosotros (Filipenses 1:6), hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la
condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo (Efesios 4:13). Oración.
«Padre,
gracias porque iniciaste una obra en mí, que irás perfeccionando por medio de
tu Palabra, para que llegue a la medida de la plenitud de la estatura de
Cristo, para gloria de tu nombre. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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