Orgullo y prepotencia
“Igualmente,
jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos
de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando
fuere tiempo;” 1 Pedro 5:5-6
“Alábete el
extraño, y no tu propia boca;
El ajeno, y
no los labios tuyos.” Proverbios 27:2
Un principio
importante de la verdadera humildad, es someterse a la autoridad, el humilde
obedece, el orgulloso se enaltece así mismo y hace conforme a su propia
voluntad, se cree sabio en su propia sabiduría y no reconoce a Dios en sus
caminos (Proverbios 3:6-7)
Pero no hay
alguien más cansado y agobiado que alguien lleno de orgullo y prepotencia,
necesita urgente descansar, el peso de un ego inflado pronto lo aplastará. El
otro extremo, también es orgullo y trae cansancio, el pensar que Dios no puede
hacer nada por medio de nosotros.
Tener estas
actitudes desequilibradas, nos lleva a la depresión, a la frustración, a ser
resentidos. También, cuando nos sentimos por encima de los demás, somos
arrastrados a la ira, a juzgar y a actuar sin amor.
Si el
orgullo está presente en nuestra vida, debemos ir a descansar en Jesús y él nos
dará verdadero descanso, aprenderemos de su humildad y mansedumbre (Mateo
11:28-30), pues siendo igual a Dios, no estimó esta condición como algo a que
aferrarse, sino que por amor a nosotros se despojó a sí mismo y tomó forma de
siervo y nació como un ser humano, se hizo hombre, y se humilló a sí mismo en
obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Pero luego
fue levantado de los muertos y con su resurrección triunfó, siendo exaltado a
lo sumo por el Padre (Filipenses 2:6-11). Entonces, después de conocer y
reflexionar sobre esto que hizo Cristo ¿puede haber algún orgullo en nuestro
corazón? Claro que no. Oración.
«Señor,
gracias porque te rebajaste a lo sumo, para darme vida eterna, ahora Señor, que
tu humildad y mansedumbre se manifiesten en mi vida, y que todo lo que piense,
diga o haga, sea para tu gloria, mi Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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